Por Ira Franco

Ser adolescente es ya una pequeña tragedia, pero vivir, además, en la miseria del paisaje –la miseria del futuro–, se vislumbra casi inmoral. A caballo entre la fábula y el realismo social con guiños a Ken Loach, la documentalista británica Clio Barnard debuta en la ficción con la adaptación libérrima de un cuento de Oscar Wilde: los niños que se meten al jardín del ogro para hacerlo florecer.

Barnard logra conservar el aire delicado que Wilde propone en la fábula, pero el gigante al que se enfrentan los pequeños −un mundo que no los toma en cuenta como individuos− es demasiado grande, invencible. El gigante egoísta (Barnard, 2013) es la historia de dos púberes que viven en esas casas heladas de subsidio en West Yorkshire, donde lo único que funciona y brilla es su amistad.

La película está basada en dos niños que Barnard conoció durante la filmación de su aclamado documental The Arbor (2009), dos chicos que la impresionaron por la conexión que tenían, quizá lo único rescatable de ese ambiente que los había expulsado de la escuela y los había puesto a buscarse la vida desde los 12 años. Como los niños de la película, éstos tampoco se drogaban, no se compraban el ideal de vestimenta como todos sus compañeros, no querían ser cool: trabajaban como scrappers (buscadores de chatarra metálica) y, de cierta forma, sin melodramas, buscaban contribuir a la economía familiar.

En la película se llaman Arbor (Conner Chapman) y Swifty (Shaun Thomas) y son los actores no profesionales más talentosos que verán en muchos años. Barnard elige las mañanas ocres y la cámara a la altura infantil para mostrarnos una realidad en la que los autos de lujo conviven a diario con las carretas aún arrastradas por caballos. La textura del mundo incomprensible de los adultos recuerda, claro, Kes (Loach, 1969), pero también habla de frente con Los 400 golpes (Truffaut, 1959) y quizás hasta con The Kid (Chaplin, 1921). Aquí no importa el final predecible, sino las imágenes inolvidables que, dolorosas, no saldrán fácilmente de la memoria.