Por Adrián Zacapa

«Mientras más los conozco menos los comprendo.» Esta frase

dicha por uno de los personajes del nuevo filme del director inglés Michael

Winterbottom resume a la perfección lo bueno y lo malo de la cinta. La trama no

logra atrapar del todo al espectador y conforme avanza la película es imposible

para la audiencia mostrar interés por personajes que parecen tener motivos

imprecisos. Sin embargo, la distancia que el cineasta crea entre los personajes

y el espectador sirve también para generar una atmósfera de nihilismo y desprecio

por su protagonista.

El asesino dentro de mí gira entorno a Lou Ford (Casey

Affleck), un alguacil de Texas cuya obsesión con la prostituta Joyce Lakeland

(Jessica Alba) lo conduce hacia un camino de asesinatos, chantaje, sexo sádico

y autodestrucción.

Sin duda alguna la actuación de Affleck es lo mejor de la

cinta. El actor interpreta a la especie más peligrosa de todos los asesinos:

aquél que tiene un gran carisma. Su actitud y aspecto pulcro engañan tanto a

sus víctimas como a la audiencia ya que ninguna de las dos cree que detrás de

esa camisa blanca bien planchada, modales sureños y cara de niño bueno se

esconde una mente criminal que no asesina por ningún motivo más que por

satisfacción propia. En este aspecto Affleck nos recuerda al criminal yuppie y

adinerado de Psicópata Americano quien podía aniquilar a sus víctimas sin

deshacer el nudo de su corbata.

Esta cinta es la segunda adaptación cinematográfica de la

novela de Jim Thompson. La primera

fue relizada en 1976 y protagonizada por Stacy Keach y Susan Tyrrell. El

asesino dentro de mí no es cualquier libro. Es una novela de la que Stanley

Kubrick se refería como "probablemente la historia contada en primera persona

más aterradora y creíble de una mente criminal que he encontrado".

Es triste ver que Winterbottom no ha cumplido con unas

expectativas tan altas. Sin embargo, si algo he aprendido al ver películas de

Michael Winterbottom es que el director inglés nunca complacerá a una

audiencia. El objetivo de su filmografía es buscar los límites a los que como

creador puede llegar más que establecer una relación con su público. Esos

límites lo han llevado muy lejos: desde mostrar escenas de sexo explícito en

Nueve Orgasmos hasta borrar las diferencias entre la ficción y el documental en

El camino a Guantánamo.

En este caso el cineasta inglés prueba cuanta violencia

hacia las mujeres pude mostrar antes de ser considerado misógino. A su favor,

las escenas fueron incluidas para ser fiel a la novela y en su contra, es

sospechoso que la violencia hacia los personajes masculinos no sea mostrada

sino intuida. Por lo tanto es aceptable asumir que dichas escenas buscan

generar controversia más que respetar el texto original. Aunque no puedo

afirmar de manera tajante lo anterior. Porque al igual que uno de sus personajes,

mientras más veo cintas de Winterbottom, menos lo comprendo.