Hay noches en las que los espectadores dejamos de ser el “respetable público” y nos transformamos en eminencias de actividades que difícilmente practicamos, pero cuyos secretos, durante esas noches, se nos revelan. Ahí está el domingo del Súper Tazón, cuando somos mejores estrategas que Bill Parcells, o la Final de la Champions, en la que asumimos que tanto Pep como Mou deberían hacer el cambio que nosotros, genialmente, acabamos de idear entre una chela y otra.

Ayer fue una de esas noches: todos creíamos contar con la autoridad suficiente como para dictaminar que a Lubezki “le robaron” el premio o que a Christopher Plummer la Academia le debía desde hace, por lo menos, un par de décadas.

En la sala de televisión de millones de hogares (ya no digamos en redes sociales) ayer se vivió una polémica que difícilmente se resolverá algún día: si The Artist es mejor película que La invención de Hugo Cabret. La Academia, intencionalmente o no, evitó que alguna de las dos arrasara y dejó sentadas las bases para que los súbitos críticos, productores, directores, actores y etcéteras que somos en esta noche de Walpurgis, nos cebáramos con amigos y conocidos intentando convencerlos de nuestra verdad.

Del bando de The Artist escuchamos y leimos comentarios de gente que se rindió a la fascinación producida por una película que, en plena era del 3D, vuelve a los orígenes del cine y construye una historia de amor muda y en blanco y negro, como en los viejos –buenos– tiempos. Sus detractores decían que la película no es una maravilla y que, aunque hoy resulta sin duda ingeniosa, habría sido un filme mediocre de haberse estrenado en la época que emula.

Los partidarios de Scorsese no cesaban de repetir que Hugo se trata de un homenaje al cine por un hombre que lo conoce bien (el neoyorquino tiene una filmografía de más de 40 años con varias obras maestras; Hazanavicius, antes de El Artista, sólo había filmado dos parodias de James Bond). También apuntaban que no ha sido sino hasta este filme que la tecnología 3D encontró su auténtico sentido cinematográfico.

Comenzaron las puyas en Twitter. Una amiga: “Martin Scorsese matándose con el 3D de Hugo y ganó el director de la película muda y en blanco y negro, yeaaah!”. Un crítico mexicano: “Todo mundo habla de Uggie y no de HUGO :(“. A.O. Scott, editor de cine del New York Times: “¡El Artista lo logró! El premio más importante se lo lleva la película que dijo menos”.

Al final, no deja de ser interesante reflexionar en torno a cuál de las dos películas representa mejor al Hollywood de los años por venir, cuál le dará a esta industria en crisis mejores herramientas para mantenerse en el gusto de los cinéfilos que, una vez al año, nos convertimos en críticos ansiosos de opinar acerca de la maravillosa experiencia que constituye entrar a una sala de cine. En esto sí, afortunadamente, casi todos coincidimos.

@pepegonzalezmx