Por Carlos Arias

El héroe duro de la CIA Peter Devereaux (Pierce Brosnan) rechaza cualquier involucramiento emocional que pueda hacerlo débil frente a los villanos. Sin embargo, después de que accidentalmente muere un niño durante una operación fallida, se aleja del mundo sintiéndose culpable.

Este inicio ya le hemos visto en muchas películas de espías. Pero no es todo, por más de hora y media vamos a ver todos los elementos típicos del cine de acción con agentes secretos y nuevos espías globalizados, armados de celulares, drones y pistolas.

El aprendiz (The november man, 2014), dirigida por Roger Donaldson, es una de las películas de espionaje más convencionales que puedan imaginarse. Una historia formada por partes de otras películas que ya hemos visto. No faltan elementos de James Bond, que por si no bastara con poner al ex 007 Pierce Brosnan en el rol protagónico, este agente tiene el código 77OA y comparte casi todos los atributos con el personaje creado por Ian Fleming. ¿Un homenaje? ¿Un chiste?

Pasan cinco años, Deveraux se ha refugiado en Suiza, pero hasta ahí llegan a reclutarlo nuevamente. Una asesina profesional rusa, llamada Alexia Demoistria (Amila Terzimehic), se está encargando de matar a todos los (y las) agentes del bando de los buenos. Quiere abrir camino para que el villano del momento, el ex espía ruso Arkadian, llegue a presidente de su país. La madeja se va a desenrollar con una serie interminable de persecuciones, balazos, planes que no funcionan, amores y traiciones. Una antología de los recursos del género de espías, aunque con muy poco para agregar a lo ya visto muchas veces.

Deveraux se enfrenta con un agente que él mismo entrenó, Mason (Luke Bracey), quien se convierte en su enemigo, mientras se cruza en su camino una refugiada chechena, Alice (Olga Kurylenko), quien se encarga de ponerle algo de pimienta un plato más bien frío. Alice es la única persona que podría poner fin a las aspiraciones presidenciales de Arkadian, y se convierte en la víctima potencial de un ejército de asesinos más bien torpes.

Chicas peligrosas con botas altas y chamarra negra, armadas con pistolas automáticas, y héroes que no se despeinan al acabar con los malvados uno a uno. Y hasta el cruce entre las aventuras de espionaje con sucesos políticos reales, cuyos desarrollos son atribuidos a la acción de los servicios secretos.

La trama, que se plantea como una historia de acción entre bandos contrarios, con dobles agentes y mujeres bellas, termina por avanzar hacia sucesos incoherentes y lo que es peor, termina por hacer perder todo el interés por conocer el final.