Por Oswaldo Betancourt Lozano

Se nota que Carlos Castaneda es un autor favorito de Nicolás Echeverría, pues ha dedicado prácticamente toda su carrera cinematográfica a la comunidad indígena, tanto en el terreno documental, su género predilecto, como en la ficción (Cabeza de Vacaes importante en este terreno).

Eco de la Montaña se centra en Santos de la Torre, un artista Wixárika (huichol) que nadie recuerda a pesar de ser el autor de un mural en la estación de metro Palais Royal – Musée du Louvre, en París. Ahora que busca hacer uno nuevo, recorrerá la Ruta del Peyote para pedirle permiso a los dioses.

El director deja ver cómo ellos (al igual que la población indígena en general) viven marginados y en el olvido; uno de los tantos retos de su vida, como la amenaza de perder Wirikuta, uno sus territorios sagrados por intereses económicos.

Al mimo tiempo, Echeverría busca mostrar la mitología y los ritos de los hucholes, darle un sentido al consumo del peyote dentro de su forma de vida; evita retratar a los protagonistas de forma “etnocuriosa”, su aproximación es natural. De paso le da de alguna manera un reconocimiento público a Santos.

El documental no se agota ahí, hay momentos que nos muestran a los personajes de esta historia en distintas situaciones, ya sea en la vida cotidiana o confrontando obras de arte abstracto. Es una buena oportunidad para acercarnos a una de esas tantas caras del país, pero debes ir con paciencia, como ellos durante su travesía por el desierto, pues el ritmo no es tan dinámico.

Dato curioso: Este cineasta fue amigo del escritor Octavio Paz y del compositor John Cage.