Por Iván Ramírez Villatoro
Veinticinco años después de la primera película de la serie Duro de Matar, llega la quinta Un buen día para morir (Estados Unidos 2013). Y las diferencias se notan. Hace 25 años la película tuvo 4 nominaciones a los premios Oscar. En pantalla se veía a un treintañero Bruce Willis saltar descalzo sobre vidrios rotos, en camiseta y todo ensangrentado. Era un moderno vaquero, madreado pero contento, fumando cigarrillos y soltando tantos chistes hilarantes como balas.
Veinticinco años después Bruce Willis ya está llegando a los 60 años. Aún tiene el encanto suficiente para que se te erice la piel cuando John McClane (Bruce Willis), sin mediar palabras, toma un arma y comienza a disparar, o cuando dice su mítica frase “Yiipiie Kai Yei Motherfucker”. Pero ya no es como antaño: las escenas de acción son más impactantes, las explosiones, las armas, las situaciones son, incluso, más complejas. No obstante, son muy pocas.
Es la primera vez que John McClane tiene que utilizar a un compinche, sin tanto encanto, más joven y atlético que él. Es la primera vez que John McClane tiene que salir de los Estados Unidos para pelear contra “los malos”. Y es la primera vez, también, que John McClane no es gracioso como antes.
La formula es la siguiente: John McClane, fuera de su servicio policial, se traslada a Rusia para salvar a su hijo que está en problemas. Todo apunta a que es un criminal. Apenas baja del avión y, a punto de llegar al juicio de su hijo, todo estalla, literal. También te enteras que su hijo “Jack” (Jai Courney) es en realidad un agente de la CIA, de los más eficientes, que está por descubrir un complot ruso. Todo en medio de explosiones, persecuciones en automóvil por todo Moscú, peleas con helicópteros y disparos.
En el medio hay chistes gastados, con poco ingenio, pero que explotan lo poco que podría quedarle a una franquicia que fue un éxito taquillero en los años noventa. Si eres fan de la saga, la vas a disfrutar, pero si te es ajena la figura de John McClane probablemente te quedes esperando más acción.