No me cansaré de recordarle al mundo que el culto a la
violencia westernizada no fue inventado
por Tarantino.

Si crees esto eres alguna de estas opciones: a)muy joven 2) muy joven
y con una falta de curiosidad supina.

De hecho, hay muy, pero muy pocas cosas
que haya inventado Tarantino, aunque de eso hablaremos en otra ocasión. Lo que
nos ‘truje’ aquí es uno que sí inventó algo: Mr. Sam Peckinpah. En un momento
de la historia donde el western empezaba a ceder terreno ante las aburguesadas
historias de ciudad, Peckinpah le apostó a un género que ya sólo resultaba
interesante para directores europeos como Sergio Leone.

Corría el año de 1969
cuando se estrenó su obra maestra, The Wild Bunch y después, como decía mi abuelita, ya nada fue
igual. Aunque desde sus inicios Peckinpah traía el gusanito sangriento y matón
en el cerebro, The Wild Bunch
redondeó esa idea con una revolución en el estilo cinematográfico -observó
detenidamente el estilo de Kurosawa en los Los siete samuráis (1954) y retomó el uso de la cámara lenta
con un
propósito dramático además de usar una técnica de edición muy novedosa para la
época-.

Y no pudo tener mejor timing: a Peckinpah no le interesaba hacer
apología de la violencia nada más porque sí (The Wild Bunch estuvo a punto de
quedar enlatada por la escena inicial, que parecía salpicar de sangre y muerte
al espectador) sino, como él mismo lo declaró, buscaba "desanitizar las
películas de guerra, quitarles lo divertido, remover ese síndrome de reacción
previsible que ha engendrado Hollywood glamorizando los asesinatos…" Aunque no
lo parezca, The Wild Bunch en
realidad trataba de desentrañar el tema de los códigos masculinos y la
violencia estúpida en la guerra de Vietnam.
Perdedores modernos, sin esperanza
ni futuro, resignados a perder la vida por un pequeño lugar en la historia; así
son los personajes de Peckinpah, lanzados al mundo con un código de honor
demodé y una falta de dignidad que da toda la vuelta hasta convertirse en una
metáfora del hombre común, de a pie y sin pistolas que se enfrenta siempre a
algo más grande que él.

Parece un contrasentido pero Peckinpah era realmente un
director anti-bélico
y con una consciencia social fuera de lo común (como lo
notó Orson Welles al terminar de ver La cruz de hierro, de 1977), aunque poco a poco la crítica y el
público fueron tomando la lectura más fácil de sus filmes.

Peckinpah murió
antes de cumplir los 60 años por problemas relacionados con sus adicciones, pero
nos dejó una filmografía que siempre es un lujo recordar: ahora que se hará el
remake de Straw Dogs, vale la
pena ir antes al original: hay que ver la escena de rapto y violación
consensual más psicológicamente violenta de que se tenga memoria.
Qué Irreversible (Noé, 2002) ni qué nada.

De Peckinpah tienes que ver…

-The Wild Bunch (1969).

-Straw Dogs (1971)

-Bring me the head of Alfredo García (1974)

-Pat Garret & Billy The Kid (1973)

-The Killer Elite (1975)

-La cruz de hierro (1977)

Referencias extrañas…

Of all people,
Peckinpah estuvo casado dos años con la entonces bellísima actriz Begoña
Palacios (que luego salió en la serie Mi Secretaria, donde Pompín Inglesias
repetía la inolvidable frase ¡queeeeé bonita familia!). Con ella tuvo una hija,
Lupita Peckinpah, quien ahora es una reconocida vestuarista en la industria de
cine nacional.

-En The Wild Bunch puedes ver a los mexicanos Emilio "El Indio"
Fernández en el papel del General Mapache, a Jorge Russek como Mayor Zamora y a
Chano Urueta como Don José.

-La leyenda reza que Peckinpah, bebedor de peso pesado y
fumador asiduo de mariguana, podía ser muy violento durante los rodajes. Una
vez regañó a los de producción por ofrecerle ‘balazos pirata’: tomó una pistola
con balas de verdad y la vació en un muro del set. "¡ESO no es lo que quiero,
lo que quiero es ESTO!" Pum, pum, pum. Parece que a los utileros les quedó
bastante claro.