Por Carlos Arias

Desde su obra maestra Días de gloria (1978), el director Terrence Malick se ganó la fama de ser uno de los últimos realizadores “duros” del Hollywood clásico. Un director de la estirpe de John Huston o Clint Eatswood, un viejo narrador de historia épicas, cargadas de drama y con puestas en escena de sello personal, con fotografía espectacular, una narración lenta, cargada de tensión y de altos vuelos poéticos.

Su punto más alto llegó 20 años después con La delgada línea roja (1998), una historia bélica ambientada en la Guerra del Pacífico que utilizaba recursos similares, con una galería de actores de primer orden que le valió siete nominaciones a los premios Oscar en su año.

Tras varias películas, su apuesta más reciente se titula To the wonder: Deberás amar (2012), una historia de amor en la que la épica es interior, íntima, con batallas personales, pero con el mismo estilo poético y grandilocuente de aquellas cintas.

La pregunta es si un director como Malick, que narró la Gran depresión de los años 30 en Días de gloria, puede narrar del mismo modo las pequeñas depresiones de una pareja en crisis, y si las batallas y dilemas morales pueden trasladarse a las sábanas de dos enamorados que se separan.

La película cuenta la historia del encuentro romántico en Europa entre un escritor estadounidense, Neil (Ben Afflek) y la ucraniana Marina (Olga Kurylenko), quien tiene una hija de 10 años. Ambos viven una historia de amor en París que parece destinada a ser eterna, pero cuando él se la lleva de regreso a Oklahoma junto a la hija de ella, surgen las diferencias, dudas e infidelidades.

Para completar en cuadro aparece otro “duro” del cine internacional, Javier Bardem, quien hace el papel del padre Quintana, un sacerdote español en crisis de fe. Al mismo tiempo, Neil trabaja como inspector ambiental y se involucra en una relación con su antigua novia Jane (Rachel McAdams).

Ahí están estas marcas de estilo de Mallik, como el uso de la voz interior, convertido en el torrente de la conciencia de los personajes en medio de escenas líricas y poéticas. Pero aquello que en el caso de una historia de guerra resultaba impactante aquí corre el riesgo de resultar meloso y repetitivo.

Mallick ya había incursionado en un drama romántico en El árbol de la vida (2011), pero esta vez la apuesta se redobla, con una historia que rompe con todo lo esperado y busca expresamente romper con la narrativa convencional.

El título en inglés, To the wonder, hace referencia al viaje de ambos a la isla de Saint Michel en Normandía, considerada una de las maravillas del mundo occidental, y alude también al haber llegado hasta el punto más alto de una relación, y el desafío de conservarla o perderla.