Chilango

Curvas de la vida

Por Verónica Sánchez Marín

Luego de fungir por varios años como socio productor de Clint Eastwood, Robert Lorenz hace su debut como director con la cinta Curvas de la vida (Trouble with the curve, EUA, 2012). El cineasta se vale de actores de la talla de Clint Eastwood o John Goodman, y de los jóvenes y talentosos Amy Adams y Justin Timberlake. El filme se vuelve entrañable gracias al trasfondo de la historia y a las sólidas interpretaciones del reparto: un experimentado cazatalentos del beisbol, Gus Lobel (Clint Eastwood), por su avanzada edad va perdiendo la vista y con ello el trabajo que lo ha sostenido por décadas.

En pleno apogeo por reclutar talentos del beisbol, la oficina directiva del equipo Bravos de Atlanta duda de las capacidades de Gus. Y es que aunque él se esfuerce por ocultarlo, la vejez lo delata. La ceguera se vuelve un impedimento para desempeñarse al 100%. En compensación, con los años ha desarrollado un oído sagaz y educado para detectar con el sonido de la bola a verdaderas joyas deportivas.

El personaje se vale de esta habilidad para mantener su empleo. Sin que este se dé cuenta es puesto bajo vigilancia para monitorear sus decisiones. En medio de este conflicto el mejor amigo de Lobel, Pete Klein (John Goodman), alerta a Mickey (Amy Adams), hija de Gus, sobre los problemas de salud de su padre. Ambos, padre e hija están distanciados desde la muerte de la madre de la joven. La ceguera inminente de Gus provoca el acercamiento entre ellos.

Sin que Gus se lo pida Mickey se vuelve sus ojos en el campo, lo que viene a salvar la carrera del padre. De manera sutil se van revelando sucesos del pasado que explican el drama de la separación del Gus y Ami. Justin Timberlake aparece en el papel de Johnny Flanagan, un ex beisbolista que aspira a ser comentarista deportivo y mientras el momento llega se desempeña también como cazatalentos de la empresa rival.

Con un ritmo vertiginoso, el director logra narrar con buen tono la historia. Le quita, con los diálogos ágiles y divertidos, los tintes melodramáticos que se intuían al inicio del relato. Y parece guiñarle el ojo al espectador para que no se tome la tragedia de los personajes tan en serio.

Clint Eastwood ofrece una personificación adecuada, pero que no supera su magnífica interpretación como el entrenador pugilista en Million dollar baby (2004). El resto del reparto ofrece actuaciones competentes para la historia. Sorprende un Justin Timberlake, que le imprime carisma y versatilidad a su personaje.

Curvas de la vida es un filme previsible pero a la vez atractivo, que no pretende otra cosa más que entretener. Y lo logra con una narrativa firme, educada y limpia: digna heredera –aunque no deslumbrante– de los orígenes fílmicos de Eastwood.