Por Jaime @_azrad

Al ritmo en el que las novelas de Nicholas Sparks son adaptadas al cine, sería más fácil que el escritor se aventurara al guionismo directamente. Ésta es una más de sus historias de amor y perseverancia que vemos en pantalla grande, aunque no la última (ya está en planeación la siguiente, Safe heaven).

El escritor de Diario de una pasión (2004) nos cuenta cómo Logan, un soldado gringo en Irak, se salva de una bomba gracias a que, segundos antes de la explosión, encuentra la fotografía de una chava y va por ella. Ella se vuelve su razón para mantenerse con vida.

El soldado es Zac Efron, un Zac Efron que ha mejorado exponencialmente. Sus movimientos, sus palabras y sobre todo sus miradas, son sinceras; su interpretación da profundidad y complejidad a un personaje que pudo haberse quedado en primer plano y, al fin, podemos separarlo de su adolescencia musical.

La chava, Beth, es un arquetipo en auge: una madre soltera que toma control de su vida gracias a la fuerza que Logan le da, pero no porque él la defienda ni la proteja en todo momento. Su ex es el villano y la parte más chafa de la historia; parece metido a la fuerza, sobra en todo momento y las decisiones del guión en cuanto a él son tan radicales que tiran toda la historia.

Pero en nuestra mente queremos salvarla, los lugares que vemos son bastante lindos y son fotografiados muy atinadamente, el romance no es meloso ni exagerado y los personajes secundarios nos ganan con actitudes divertidas e inteligentes. Una abuela alivianada y graciosa y un niño prodigio tierno y bondadoso son los porqués de que algunos terminen perdonando los grandes errores que el final presenta.

En cuanto a Sparks, será difícil llenar las expectativas posteriores a Diario de una pasión, aunque los intentos siguen y siguen.