Por Alejandra González

Otro

film inspirado en una novela autobiográfica, o mejor dicho memoir, que

después de haber vendido millones de ejemplares a nivel mundial (según

los gringos) se convirtió en un best seller New Age para mujeres en

busca de un segundo aire (y no solo romántico). Probablemente podrías

encontrar el libro en el estante de superación personal de Sanborns y

bueno, en el buró de tu madre o tía, a quienes ya se les pasó su

oportunidad de escape. Por equis o por ye su éxito se convirtió en un

pretexto para que Ryan Murphy (exitoso escritor de la serie musical

Glee) la llevára a la pantalla grande.

Comer,

Rezar, Amar plasma el momento del midlife crisis que enfrenta Elizabeth

Gilbert (la autora real del libro) después de que a sus casi cuarenta

años quiere acabar su matrimonio de 8 años para encontrarle el sentido

a la vida. Digamos que la catarsis le llegó un poco tarde, esa que no

sólo le afectó a Madonna, sino que le afecta a millones. La

típica cotizada que desde chavita le entregó su corazón a su primero y

único amor en la vida. Miedosas disfrazadas de enamoradas que entregan

los dichosos años de la puber a un solo hombre para que después,

rozando las cuatro décadas, se despiertan a media noche con ataques de

pánico sofocantes que las impulsan a buscar la salida de emergencia más

cercana. Las válvulas de escape más recurridas: aventura con un hombre

más joven o un viaje a tierras lejanas casi perdidas en el mapa.

Este

punto climático en la vida emocional de una mujer, ha marcado la

tendencia de llevar un estilo de vida "zen", motivación para romper con

paradigmas convencionales sociales. Julia Roberts protagoniza a

Gilbert, una treintona rebelde que deja todo atrás para iniciar un

viaje con el fin de encontrar el equilibrio espiritual. Claro, impulsos

privilegiados por la cantidad de ceros en su cuenta bancaria. Durante

la travesía, se consiente en la mera gozadera culinaria y se topa con

un tipo brasileño que promete ser el siguiente amor de su vida, Javier

Bardem. La encargada del casting no pudo haber escogido mejor, este sex

symbol español que se hace más deseable al ser un feo sexy casado con

una de las mujeres latinas más deseadas del mundo. Y le dieron al clavo

con Bardem, es el hombre soñado de toda divorciada, atractivo,

recorridito por la vida y en busca de su alma gemela (si es que tal

cosa existe).

Cabe

mencionar que es difícil asimilar el papel de Roberts que después de

iniciarse con Pretty Woman y llevarse un Oscar por mejor actriz en Erin

Brocovich, su nuevo rol opaca su brillante esencia aunque mantiene una

actuación impecable. Julia es el imán que invita a cualquiera a ver

este film (y Bardem para las golosas), aunque se le vean unos kilitos

de más destella sensualidad y elegancia en todos sus diálogos (muchos

que delatan las ganas que trae el director de caerle bien a la

audiencia).

Comer,

Rezar, Amar es un "peli" digna de ser criticada más por contenido que

por estética. Esos 60 millones de dólares de presupuesto valieron la

pena para las escenas organolépticas en las que hacen a cualquiera

morir por un vinito o un risottto. Dominguera y entrenida, pero hasta

ahí.