Por Alejandra Jarillo

¿Es posible que la admiración por la madre haga replantearse a un hijo su sexualidad? Ella es autoritaria, exitosa, ejecutiva, sofisticada, y Guillermo (Guillaume Gallienne) es incapaz de sentirse apabullado ante tanta “perfección”. Desea ser como ella, en toda la extensión de la palabra, la imita al caminar, hablar y al vestirse. Es por eso que su padre comienza a sospechar que su hijo es gay, lo cual crea una revolución en su conservadora casa.

Esta cinta, si bien delata una sociedad movida por los estereotipos: el hijo debe querer ser como el padre y la hija como la madre; es ligerísima. Todos los acontecimientos que vive Guillermo (bullying, discriminación por homosexualidad que él se ve forzado a aceptar) son muy cómicos. Muy a la usanza de la herencia del teatro de Molière, el cine francés denuncia a través de la risa.

Guillaume et les garçons à table fue la absoluta ganadora de los César 2014 (premios que son un equivalente a los Oscares pero en Francia). Y no cabe duda de que arrasó por su gran calidad de guión, actuación y dirección, todo a cargo de Gallienne, heredero también del savoire faire teatral –su formación histriónica fue sobre las tablas– quien para el continente americano revela a un gran y completo creador, de esos pocos que cada cierta generación nos regala el mundo del arte. –