Por Fernanda López Díaz

Hay cine que está hecho para entretener, y cine que está hecho para reflexionar. Cuando estas dos intenciones se unen en una misma película obtenemos algo como Cambio de planes: una historia divertida que sin que te des cuenta te da lecciones de vida.

La cinta cuenta la historia de Manolo, un hombre en crisis que va al hospital tras las curiosas consecuencias de un golpe. Ahí conoce a Antonio, un niño con cáncer que lo mete en una serie de aventuras que le harán aprender a darse cuenta de que tiene todo para ser feliz y no lo ha aprovechado.

Lo primero que hay que saber es esto: aunque sea una película que con tan sólo ver el poster nos remite al cáncer, no es una cinta triste. Antonio, desde el primer minuto, logra demostrarnos que para él la enfermedad es algo con lo que debe lidiar, pero que no por eso se va a volver una persona amargada. Lo segundo es que si lo que esperan es una historia conmovedora, la tendrán, pero también se llevarán mucho más: gracias a los personajes secundarios, el director y escritor Paco Arango logra explorar temas muy complejos de las relaciones humanas: la soledad, la migración, los matrimonios conflictivos, la falta de comunicación, y una serie de conflictos a los que todos nos enfrentamos alguna vez. Esto la convierte en una película con la que es fácil relacionarse. Tal vez no todos nos identifiquemos con el cáncer, pero seguro hemos vivido alguno de los problemas y carencias de los demás personajes.

Si quieren ver una película en la que puedan reír y llorar por igual, esta es la mejor opción. No sólo se divertirán con las ocurrencias de Antonio y Manolo, sino que, aunque suene cursi, saldrán con unas ganas renovadas de disfrutar la vida.

Pueden leer la entrevista que le hicimos a Paco Arango aquí.