Por Carlos Arias

La historia de Sixto Rodríguez, “SugarMan”, es conocida. Se convirtió en la “story” de interés humano favorita de revistas y periódicos durante mucho tiempo en todo el mundo.Es el caso de un cantante folk de Detroit que pudo ser como Bob Dylan, pero que por cuestiones de marketing, discriminación de los estudios de grabación o simple mala suerte solo grabó dos discos que fueron rápidamente olvidados.

Sin embargo, su música se convirtió en objeto de culto en Sudáfrica, un país con el que Rodríguezno tenía nada que ver, pero donde se hizo popular y fue venerado por generaciones como un símbolo de rebeldía durante los años del “apartheid”, mientras que él ni siquiera lo sospechaba y llevaba una vida anónima de clase trabajadora.

Décadas después, cuando todo el mundo creía que se habría suicidado sobre el escenario, dos fanáticos siguen su rastro en Estados Unidos para descubrir lo que en verdad ocurrió con él, tras haberse convertido en un músico viejo y olvidado que cantaba en bares de mala muerte.El mundo pudo descubrir al que quizá haya sido el último rockero, anterior a los estrobos, los sintetizadores, el videoclip, las bandas de nombres chistosos, los Bonos y los disfraces.

‘Buscando aSugarMan’ (2012) es el documental que narra la búsqueda de este rockero misterioso, una interrogación sobre si la música popular todavía puede existir en esa etapa semi folclórica, con un protagonista cuya paradoja es ser excepcional siendo quizá el hombre más común imaginable.

La película acabó ganando un Oscar en 2012 y Rodríguez alcanzaría después de viejo la gloria que la industria musical le negó en su juventud, sin los millones, sin las “groupies” y sin la fama, quizá como él siempre quiso que fuera, antes de que el rock triunfara y lo arrollara.

El cineasta sueco Malik Bendjelloul, quien conoció la historia de Rodríguez en un viaje a África, optó por no narrar directamente su vida. El relato se desarrolla a partir de dos personajes que buscan su rastro en Estados Unidos y por diversos lugares del mundo.Esta búsqueda carga a la película de las peripecias narrativas de un “road picture” en estilo casi detectivesco. Así, las entrevistas (que usualmente matan cualquier documental) aparecen como “testimonios” que dan pistas en una investigación.

‘Buscando aSugarMan’ sería, pues, el equivalente de Buenavista Social Club en versión rock: la búsqueda de la autenticidad en los abuelos, los instrumentos viejos y una música casi olvidada.