Por Josue Corro

A mitad de los años 90, Eric Cantona era el

máximo ídolo del futbol inglés, era una mezcla entre Zinedine Zidane y David

Beckham. Era un virtuoso del balón, un mago ofensivo, pero sobretodo era un

jugador rabioso que no sólo pateó a un aficionado durante un partido, sino que

no se quedaba calladoante la prensa: atacaba a los medios con declaraciones

bizarras, plagadas de metáforas ridículas que fueron conocidas en el Reino

Unido como "cantonismos".

Pero hoy, si le preguntas a un aficionado del

Manchester United quien es su jugador favorito, la mayoría serán contundentes: Eric Cantona. Como el

caso de Eric Bishop, un cartero inglés cuyos hijos adoptivos están metidos en

problemas con los gángsters locales, mientras que su otra hija le pide que

retome comunicación con su primera esposa. Su vida se desmorona hasta que,

gracias a la cannabis y bastante imaginación, encuentra un punto de fuga:

imagina que el póster que tiene en su cuarto de Eric Cantona, cobra vida y él,

como un psicólogo comienza a orientarlo para que resuelva todos sus problemas.

Este film de Ken Loach, es un mosaico de

géneros cinematográficos tan bien estructurados que por momentos no sabes si

reír de la desgracia ajena, o involucrarte en la historia y sentir la angustia

de los personajes. Lentamente nos volvemos cómplices o simplemente observadores

lejanos. Esta sensación es generada gracias al guión que mezcla romance, thriller

y comedia al mismo tiempo. Eric, el protagonista evoluciona de un hombre

temeroso y arrepentido, a un ser humano que no aprende de sus errores, pero al

menos intenta remediarlos. El personaje de su ex esposa, es quien le da

equilibrio al film, al ser ella el

motor del cambio emocional en Eric.

Otro punto primordial de esta obra son los

recursos narrativos, sobretodo las escenas de los flashbacks, que se vuelven un

aliciente del film para fomentar la historia de amor entre Eric y su ex. De la

misma forma las inserciones de videos de Cantona en el campo de juego, mientras

escuchas analogías que el futbolista hace entre el deporte y la vida de Eric,

son memorables, sobretodo cuando ambos planean una venganza monumental, y él

con su acento francés dice contundentemente: «Debes de sorprenderte a ti mismo,

y luego al mundo».

Y justamente, este sentimiento feel good es el que

predomina Buscando a Eric: una historia

humana, emotiva y que nos da a entender por qué el futbol es el deporte más

bello: porque al igual que la vida, sólo necesita un poco de sorpresa para que

sea inolvidable.

ds