Por Carlos Arias

Una pareja de padres primerizos intenta dejar atrás las locuras de juventud y empezar una vida de adultos responsables cuidando a su bebé. Lo único que tienen para arrancar es una típica casa de los suburbios y un empleo no muy bueno. Sin embargo las cosas se complican cuando a la casa de al lado se mudan unos universitarios decididos a convertirse en leyenda con fiestas épicas de drogas, alcohol, sexo… y música a todo volumen.

La pareja se verá en el dilema de asumirse como un par de adultos aburridos, que se enoja con los jóvenes, o sumarse a los universitarios y aguantar sus fiestas alocadas, con ruido y música todo el tiempo.

Buenos vecinos (Neighbors, 2014) es una comedia que pone en escena una nueva versión del clásico tema de la guerra entre vecinos, que van escalando agresiones y estratagemas para tratar de vencerse entre sí. Esta vez en el contexto de la comedia actual que mezcla el humor políticamente incorrecto con situaciones alocadas, sexo y borracheras.

La pareja protagónica está formada por Mac (Seth Rogen) y Kelly (la australiana Rose Byrne), mientras que el líder de los vecinos latosos es Zac Efron, un actor que conoce a la perfección el papel del adolescente eterno y lo juega una vez más.

¿Está buena? Sí, Buenos vecinos tiene sus momentos, pero lo mejor son los personajes. La película no es de carcajada permanente y oscila entre el simple costumbrismo, como un retrato de las fiestas y fraternidades estudiantiles, y un humor estilo “sitcom” en torno a la pareja de recién casados y sus amigos. Pero lo mejor de la película son algunas buenas ocurrencias, y por supuesto, las actuaciones.

Entre lo más divertido está el personaje secundario a cargo de Lisa Kudrow, como una decana universitaria, o el protagonista, Seth Rogen, que lleva a la pantalla su personaje del recién casado que aun no está seguro de querer madurar. Efron se burla de sí mismo y de su personaje de jovenzuelo guapo y despreocupado.

Dirige Nicholas Stoller, quien acierta no tomándose muy en serio la historia y dejando que los personajes fluyan sin mucho orden, con escenas clarmente improvisadas. Stoller ya había abordado el mundo de clase media de los suburbios desde que escribió como guionista la versión de Las aventuras de Dick y Jane (2005) y Yes /Sí señor (2008), dos excelentes películas de Jim Carrey. Después como director entró con buen pie en el género de la comedia “slob”, o sea aquella protagonizada por personajes inmaduros y nerds, con Olvidando a Sarah Marshall (2008).

Si bien la película presenta situaciones “incorrectas” éstas no llegan al extremo de justificar una R de “Restricted”, o sea de inapropiado para menores. Quizá al contrario, lo que le faltó a la película fue justamente ir un poco más lejos, el director se queda siempre sin cruzar el límite de empezar a romper cosas o a comportarse de forma indebida, lo que quizá hubiera sido todavía más gracioso.