Por Jaime @_azrad

Este año está saturado de Blancanieves: hace unos meses tuvimos el estreno de la desafortunada Espejito, espejito (2012) que terminó decepcionando a la crítica con su comicidad barata y un guión muy defectuoso, y a finales de este 2012 el español Pablo Berger tendrá lista su Blancanieves, una cinta filmada en Barcelona, muda y a blanco y negro sobre la princesa.

Pero ahora es el turno de Blancanieves y el cazador, la que promete y promete y, en general, cumple. Quizás por comparación con la cinta de Julia Roberts –o por sincera calidad de producción–, Blancanieves y el cazador se siente pensada, entretiene y, lo mejor de todo, es fiel a la historia original (que data del siglo XVI).

Más allá de Kristen Stewart, la estrella por naturaleza es Charlize Theron, pues encarna a una malvada reina de la forma más sensual y vengativa posible. La construcción de su personaje desde el guión ayuda mucho, pero Charlize es el casting perfecto para el papel. Su expresión y desempeño sin duda opacan a Kristen, quien por cierto, no lo hace mal.

Stewart tiene la oportunidad de estar en una producción ajena a la saga de vampiros que la hizo famosa, y como espectadores podemos ver en ella el talento que mostró en películas como Camino salvaje (2007), pero se le siente aún incómoda, no del todo desarrollada (actoralmente, claro) y en busca de su chispa.

Por otro lado, debemos agradecer el esfuerzo en guión. La investigación derivó en una historia fundamentada, con pocos cambios en cuanto a la original, y entretenida en la mayoría de sus minutos en pantalla. Se agradece la pequeña introducción que especifica los porqués de la historia y da mucho más espacio para la identificación de personajes. Como resultado, su desarrollo y dimensión no se ven coartados.

Las propuestas en dirección de arte son bastante buenas, nunca cansan las excentricidades de la malvada reina en su vestuario ni en sus rituales de belleza y, como nuestro morbo lo pide, cumple al darnos las imágenes en las que roba la juventud y belleza a las mujeres del pueblo.

Ahora los puntos que pudieron haber sido mejores: la música sobra en muchas escenas; su presencia, más que acentuar los momentos dramáticos, distrae y distorsiona la narrativa de la cinta. El contexto de pobreza y resignación del pueblo no es aprovechado del todo: sin más que aparecer en algunos diálogos, la situación social que impulsa la lucha de Blancanieves no es aprovechada para dar los motivos de rebeldía a su personaje. Y por último, algunos personajes son vagos y no aportan lo necesario a la trama como para justificar su existencia.

Con acción, estética visual y fidelidad a la historia original, Blancanieves y el cazador se aventura como la vencedora en la competencia comercial de las cintas sobre el tema, pero no deja el mejor sabor de boca. Quizás Berger sorprenda con su adaptación, habrá que esperar a septiembre para su estreno en España.