–Por Oswaldo Betancourt L. @rockswaldo

Se han hecho varias adaptaciones de la novela de Lewis Wallace, pero la más reciente no logra superar a la antecesora más popular de 1959, pero tampoco lo hace con la versión anterior de 1925.

Hay ligeras variaciones en el guion entre una versión y otra, pero se mantiene el planteamiento general. Cuando Mesala regresa como el mejor soldado del imperio romano, las circunstancias hacen que convierta en esclavo a Judá Ben Hur, su amigo de la infancia, quien tras cinco años vuelve a ser un hombre libre y se enfrentará a él en una carrera.

El elenco no cuenta con nombres de tanto peso, y aunque cada uno de ellos ya ha tenido papeles importantes, en esta ocasión pasan sin pena ni gloria, no es una producción que vaya a repercutir de manera significativa en su carrera. Jack Huston como Ben-Hur no ofrece nada realmente memorable, lo mismo que con Toby Kebbell y Morgan Freeman. Hay una carencia en sus actuaciones que no te atrapa.

Timur Bekmambetov, el director, no parecía el hombre indicado para el trabajo, es el mismo director de Se busca, Guardianes del día y Guardianes de la noche, lo más cercano que ha hecho de una trama histórica es Abraham Lincoln: Cazador de vampiros, que no parece darle el mérito necesario.

Lo que hizo muy bien es no centrarse demasiado en la parte de Jesucristo, está en la medida necesaria para la nueva audiencia, y en ese mismo sentido no es una película pesada (igual podría durar un poco menos). La carrera es lo mejor, bien coreografiada y libre de extras, es intensa y llega a ser emocionante, pero se queda corta en el terreno de la duración y producción, pues tiene demasiados elementos digitales que se notan y eso demerita el esfuerzo del departamento de arte (en todo caso habría que verla en 2D). Con todo y sus fallas, la cinta no es aburrida, pero dista mucho de ser épica.