Chilango

Anticristo

Por: Adrián Zacapa

"La música da vida a las montañas" cantaba la madre María en
La Novicia Rebelde. En la nueva cinta de Lars von Trier desearíamos que nada
las avivara.
La historia nos la sabemos de memoria: después de un evento
traumático (en este caso la muerte de un hijo) un matrimonio se va a vivir a
una cabaña alejada para recuperarse con tranquilidad. Sin embargo, extraños
sucesos comienzan a ocurrir y la pareja no obtendrá el descanso que busca.

Este argumento llevado al cine hasta el hartazgo, bajo la
dirección del realizador danés es renovado por completo. Si en su cinta
anterior, El jefe de todo, von Trier ofrecía su versión de una comedia de
oficina, en este filme nos entrega una película de terror a su modo. Aquí el
mal no es provocado por muertos que vengan del más allá;
los seres humanos son
capaces de provocarse todo el daño sin recurrir a seres sobrenaturales.

La pareja es interpretada por Willem Dafoe y
Charlotte Gainsbourg. Ellos son los únicos personajes de esta cinta y ambos brindan
extraordinarias actuaciones.
Él es un psicoterapeuta que trata de ayudar a su
esposa con el duelo provocado por la muerte de su hijo. Su terapia consiste en
identificar la raíz de su miedo y dibujar pirámides en cuadernos. El lugar que
eligen para continuar el tratamiento es la cabaña donde ella realizó su tesis
de doctorado.

Cuando esta cinta se presentó en el Festival de Cannes, el
director fue duramente criticado y llamado misógino. Sin embargo, von Trier no
es tanto un misógino, como lo es un misántropo.
No tiene simpatía por género
alguno y como espectador podemos sentir el odio que tiene a sus personajes y el
que ellos se tienen entre sí. Es fácil ver el motivo de las acusaciones: la
cinta incluye la escena de una mutilación genital femenina y nos dice que el
mal existe dentro de las mujeres.

Los fanáticos del director tendrán problemas para encontrar
en esta cinta similitudes con sus trabajos anteriores.
Tal vez sea El Reino, la
miniserie para la televisión danesa que el cineasta realizara a mediados de los
90, la obra que más semejanzas tenga con esta película. Ambas mezclan los
géneros cinematográficos y se sitúan en un lugar físico cargado de una fuerte
energía negativa capaz de alterar el comportamiento de los protagonistas
(piensen en El Resplandor).

A pesar de no tener claras similitudes con su obra previa,
en este filme von Trier lleva al límite la idea que ha expuesto a lo largo de
toda su carrera: la naturaleza conspira en contra nuestra. Lo anterior tal vez
convierta a ésta, en la cinta más von Trier del director.
Cada árbol, cada
hoja, cada gota de lluvia está ahí para hacernos daño. "La naturaleza es la
iglesia de Satanás" dice la protagonista. ¿Alguna vez han lavado su auto horas
antes de que comience a llover? La idea es la misma sólo que llevada al límite
y el realizador danés es experto justo en eso: en probar los límites del
espectador y del cine como formato: Hasta dónde ésta dispuesto a llegar él y
hasta dónde estamos dispuestos a seguirlo parecen ser las preguntas que hace en
cada una de sus cintas.

Puede ser que esta vez la respuesta a esas preguntas sea que
el realizador haya llegado demasiado lejos y que los espectadores no estamos
dispuestos a seguirlo.