Después de dejar el alma en una cinta como Black Swan sonaba lógico que Natalie Portman buscaría un proyecto que no requiriera mayor esfuerzo para llevarlo a buen puerto.
Amigos con Derechos es
justo ese tipo de película, una comedia ligera sobre un tema que en
teoría no debiera ser tan fácil de abordar: ¿es posible tener una
relación basada únicamente en el sexo, sin involucrar otros
sentimientos?
Adam
(Ashton Kutcher) es un asistente de producción en un show de TV, Emma
(Portman) es una estudiante de medicina. Aunque ambos se conocen desde
la adolescencia, son de ese tipo de parejas cuyas vidas se alejan y se
reencuentran insistentemente, a causa de algún juego del destino. Después
de una decepción amorosa, Adam se topa de nuevo con Emma y tienen sexo
casual. Gran problema porque, aunque ambos lo disfrutan, Emma no cree
en las relaciones ni en el compromiso, por lo que hace la gran
propuesta: "usémonos el uno al otro para tener sexo… y nada más". Por
supuesto, como siempre sucede en este tipo de juegos, el primero en
enamorarse pierde.
Esta
cinta es tan predecible como suena, Adam y Emma se entregan -cual
conejos- al sexo puro, sin exigir nada a cambio. Pero el trato se
romperá rápidamente cuando uno de los dos se enamora, complicando un
juego que en principio se buscaba mantener simple.
Ivan Reitman (director de Ghostbusters y padre del genial Jason Reitman), dirige
esta pieza en completo piloto automático, confiando en que la sola
presencia de Portman será suficiente como para levantar todo el
numerito.
Para
ser una película que habla sobre sexo, la cinta resulta bastante
inocua. Abundante en estereotipos y lugares comunes, lo único que la
hace medianamente disfrutable es la presencia de una muy relajada
Natalie Portman y un Ashton Kutcher que, por instantes, se da el lujo
de actuar, aún cuando su personaje resulte bastante plano.
La
cinta al menos es congruente con su propia filosofía: una película que
no pide mayor compromiso de nadie, mucho menos de su público.