Chilango

Abel

Por: Alejandro Alemán

 

El debut de Diego Luna como director
de ficción resultó una grata sorpresa. Esperábamos una tajada
más de la soberbia y arrogancia que acompaña a la mayoría de las
óperas primas en México (más aún cuando éstas provienen de un actor
famoso como lo es Luna); por el contrario, Diego nos ofrece una historia
sencilla, invitante, bien filmada, mejor fotografiada y con una dirección
de actores impecable.

Situada en Aguascalientes (otro acierto),
la cinta cuenta la historia de Abel, un pequeño niño autista, que
un buen día comienza a comportarse con su madre y hermanos como si
fuera el jefe de su propia familia, misma que adolece de la presencia
de su verdadero padre. Así, Abel llegará a extremos como regañar
a su hermano, espantarle los novios a su hermana o tratar a su madre
como si fuese su esposa.

Luna filma una historia que se muestra
sencilla pero que involucra muchos riesgos; el mayor de ellos, lograr
que la película no se hunda en la inverosimilitud; el guión tiene
la virtud de hacer que constantemente estén sucediendo cosas para que
la cinta no pierda credibilidad.

Pero la gran revelación de la cinta
es la actuación de Christopher Ruiz-Esparza como el pequeño Abel,
su impresionante trabajo es lo que mantiene la película a flote y es
el verdadero pretexto para ir a la sala de cine a ver esta cinta.

Abel no es la película mexicana que
salvará al cine nacional ni mucho menos, pero si es una película
diferente, bien hecha
, dirigida con inusitada madurez; sin mayor pretensión
que la de contar una historia. Un gran comienzo para Diego Luna.