"Practicando un minimalismo devoto y centrada en el uso de materiales explícitamente artificiales o literalmente orgánicos, reduce el gasto en el discurso, a favor de la experiencia sensible. Su trabajo siempre logra emanar cierta mística y espiritualidad."

Creo que la experimentada curadora acierta cuando minimiza el recurso discursivo, digamos retórica alguna, en la obra de la artista mexicana. Al menos así se deja ver en la muestra retrospectiva de su obra.

Porque Táboas apuesta por el juego de lo material, dejando a un lado conceptualismos y significaciones esotéricas (por llamarles de algún modo). Observamos piezas que basan su idea, enteramente, en el impacto visual que pudieran generar, sea una pared cubierta en brillantina o perspectivas distintas de la vista de una alberca. En sus títulos, generalmente, encontramos alusiones al proceso técnico de la obra (pienso en "Algodón degenerado", por ejemplo), o simples guías referenciales al contenido de la misma. No hay más, aparentemente, que lo que uno puede observar. Tratamos nada más con la materia.

Sin embargo, esta especie de escasez ornamental y discursiva no deja de sentirse, más que un intento inteligente por la sutileza y el "guiño nihilista", como una falta de completitud. Parece de tal simpleza la obra de Táboas que uno no puede dejar de pensar, atarantado por la complejidad conceptual característica del arte contemporáneo, que a uno le están tomando el pelo. Así de mundano.

Sería interesante que habláramos de Superficies límite, al menos, como una nueva vía para entender, por ejemplo, nuevas interpretaciones de la escultura o el dibujo. Pero tener en frente una pared entera pintada de plateado o docenas de muestras de alfombra enmarcadas en miniatura no ayuda en nada, aporta poco. Pensar que existe ahí escondido un mensaje oculto es caer en las trampas nuevas del arte, mirar mientras nos rascamos la barbilla un espacio en blanco, hacernos los interesantes. Pensar que aporta en algo al sentido de la materia es también un ejercicio de ingenuidad, pues las superficies no nos llevan al "límite", si no son tristemente planas.

Para pensar en materialidad de una nueva forma, recuerdo una pieza del propio galerista de Táboas, Gabriel Kuri. Una lata de refresco es aplastada sin recato por dos grandes losas de mármol, paradas en vertical. Ahí la sensación misma de la Coca se nos viene, de inmediato, a las manos. La relación es inmediata.

Superficies Límite de Sofía Táboas. Museo de Arte Carrillo Gil. Av. Revolución 1608, San Ángel, Martes a domingo, 10:00 a 18:00. $15.00 general, $9.00 estudiantes. Domingos, entrada libre.