Lo puedes notar en tu cara, en la cara de tu compañero de al lado, de tu jefe, de su secretaria, del vigilante de la puerta, todos lo tienen tatuado en la frente: el síndrome post-vacaciones.

Sí, ese que no puedes evitar después de habértela pasado de lujo con un viaje el fin de semana o aquellos días que tomas nada más para aplatanarte en el sillón de tu casa y echar la hueva.

Se acabaron, los días de ocio se han ido y a tu vida ha regresado la rutina, el trabajo, los chamacos, la escuela, las obligaciones y no lo puedes evitar: ¡Tienes mucha flojera!

Así que para alivianarte un poco el regreso a la normalidad, identifícate con estos puntos que no sólo te pasan a ti cuando se acaban las vacaciones, nos pasa a todos.

*Desde anoche te estuviste lamentando porque hoy tenías que venir a trabajar.

*Por momentos te ataca la idea de reportarte como enfermo.

*Esta mañana sufriste mucho para convencer a tus cobijas calientitas que te dejaran levantar.

*Entonces no pudiste evitar llegar tarde a la oficina/escuela.

*Al llegar a tu lugar, sólo puedes pensar en la hora de salida para regresar a tu casa y descansar.

*No quieres mover un sólo dedo aunque te das cuenta que el trabajo se te acumuló cañón.

*Todo el día estás buscando botanas para calmar tu ansiedad.

*Fumas y tomas café más de lo normal.

*A alguien se le ocurre hacer una junta y en tu mente crees que está durando más de lo normal.

*No te concentras.

*Comienzas a divagar y prefieres entrar a Facebook o te pones a jugar Candy Crush.

*Ya estás pensando en el siguiente fin de semana.

*Cuando por fin llegas a tu casa, te tiras al sillón y no quieres saber nada de nada.

Bienvenido al club de los enfermos crónicos del síndrome post-vacaciones.

¿Ustedes tienen más síntomas?