Alguna vez todos fuimos estudiantes con poco dinero y con muchas ganas de echar fiesta. Así que estamos seguros que sentirás una punzada en el corazón (y en el hígado) una vez que te acuerdes de todas las bebidas baratas que probaste. En más de una ocasión, esos tragos de dudosa procedencia, iniciaron historias de las que hoy en día ya nos podemos reír, ¿recuerdas alguna? Aquí cinco infalibles en la vida universitaria de todo chilango.

Kosako de mora azul

Aunque siempre ha habido de varios sabores (ahora hay más, y con nuevos tamaños), el de mora sigue siendo el favorito de muchos. En la etiqueta se anuncia como “vodka con refresco”, pero la verdad es que el sabor del alcohol está tan bien disimulado, que pasa por una bebida inofensiva. El problema viene cuando ya te tomaste dos vasitos, intentas levantarte para ir al baño, te das cuenta que el piso se mueve y ves a la gente más guapa. Aguas: es engañoso.

Tonayan, en cualquier presentación de “aguas locas”

A este trago nadie debería llegar con engaños, porque es garantía que va a enfiestar cósmicamente, pero al día siguiente va a pasarla muy mal. El Tonayan es el ajonjolí de todas las “aguas locas” de las fiestas a las que aún les queda mucha pila, pero donde el dinero es recurso en peligro de extinción. Este destilado de agave es demasiado barato, se consigue muy fácil, y se sube en un tronar de dedos. Hay que guardarle respeto.

Vino de caja para tintos de verano

Todos hemos tenido un amigo que nos prendió la noche y la actitud a punta de vino de caja. La presentación más común de esta inocente (pero refrescante) “bromita” es el tinto de verano: no hace falta más que un chorrito de refresco de toronja, hielos y una rodajita de naranja para hacerlo pasar por algo decente.

El encanto acabará al día siguiente, cuando después de tanto azúcar el que quiera meterse en una botella, para olvidarse del mundo, seas tú.

“Bacacho” mezclado en todas las presentaciones

Es un clásico de clásicos. Puede que hoy seas fan de los drinks moleculares, o con esencias exóticas traídas de Medio Oriente, pero en algún momento de tu vida estudiantil tomaste este ron, disimulado con algún otro líquido de sabor más humanamente ingerible. Un viejo adagio chilango cuenta que no tiene el mismo efecto, si no te lo tomas directamente del clásico vaso rojo.

Viña real

Si enfiestas con este llamativo líquido, también puedes irte preparando para una cruda de leyenda. No sabe mal en absoluto, pero tiene fama de sacarle buenos pasos de baile a cualquiera, luego de darle un par de sorbos generosos. Hace unos años solo lo vendían en botellas grandes de plástico; hoy tiene varias presentaciones, hasta con diseños coquetones. No cabe duda: la juventud, igual que el amor, lo puede todo.