Bienaventurados sean los microcerveceros chilangos, los entusiastas de la cerveza artesanal y todos aquellos en busca de nuevos sabores y estilos porque de ellos es el reino de tan noble fermento. Y ese nuevo jardín de las delicias está en la Juárez, en el roof garden del mercado gourmet Milán 44.

El local –que nació tras una charla de amigos entre Ariel Rojo, Pamela Rebling y Camila Ferrier– busca complementar la oferta gastronómica que el espacio ofrece en sus dos primeros niveles. Así es: aquí llegas, pides una pizza de Dobre y subes a la terraza para maridarla con algunas de las cervezas en el menú de Cru Cru.

En la  carta están las de la casa: elaboran tres cervezas de línea, una Pilsner (muy ligera, de fermentación lager), una pale ale (con aroma cítrico y un sabor ligeramente acaramelado, fresco, pero con un final amargo que invita al siguiente trago) y una porter (hecha con maltas tostadas, lo cual le da un perfil hacia chocolates y caramelos quemados). Además, suelen tener dos líneas compartidas que mantienen en rotación, por lo que te puedes topar con una red ale de Linda Vista, una stout con ostión (Roca Partida) de la cervecería Colima, una IPA o una stout con menta de Error de Diciembre, o la Primus Jabalí Hellesbock de Primus. La idea es ofrecer cuatro propuestas distintas: una muy ligera, una un poco más amarga, una compleja y una oscura.

El diseño de Milán 44 es de Reurbano y las modificaciones para la terraza fueron mínimas: en un espacio abierto en su totalidad colocaron una gran barra de concreto, piso de ladrillo, mobiliario de madera y un colorido mural de Bue The Warrior (el muchacho belga que hizo el de Lalo!).

A todos estos elementos se suma el entorno apacible del barrio y las vistas de la ciudad. Lo dicho: que el fin del mundo nos agarre con cerveza en mano.