La cadena más perra de los antros chilangos está aquí. Si tienes cara de puberto, ni lo intentes: el primer requisito es que tengas más de 25 años, el segundo es que te presentes con tu mejor outfit y que seas o muy guapo o muy mirrey o lobuki –o sea, ¿ya sabes? Con todo y el cantadito ese ¡goey!–. Si conoces al cadenero, ya la hiciste, de lo contrario ni pierdas tu tiempo.

Ya si libraste la cadena, el cóver es de 250 para los hombres. La fiesta está puesta para el jet set de México, que se pavonea de aquí para allá y en su máximo esplendor en un recinto poca madre, con iluminación de vanguardia y un techo de cristal que se enciende al ritmo de la música.

Pide un shot de tequila flameado con canela para empezar la noche y, si quieres apantallar, pide una botella de champaña.

La gente se prende con lo mejor del pop en inglés. Pero al paso de las horas, y ya con muchos tragos encima, escucharás rolitas en español de Luismi y otros éxitos ochenteros.

El chupe es bastante caro, así que vete preparado para reventar sabroso. Abstenerse quienes tengan alergia al mirreynato.