Bienvenidos, pasen al refugio en la Doctores que a estas alturas ya parece eterno, tras décadas y batallones completos de noctámbulos turbocargados que culminan aquí sus reventones, marcando sus más lucidores pasos de baile con mujeres que nunca dicen que no. ¿La señal en el camino? Un anuncio luminoso que dice “Balalaika” sobre el Eje Central (ningún antrito de moda que pretende rendir homenajes kitsch al arrabal puede alcanzar su impacto visual). Si este exotismo te engancha, entrarás a una enorme nave industrial de ambientación rocambolesca-tropimágica, donde lo primero que preguntarás es con qué diablos riegan las palmeras de cartón piedra, que crecen tan bonitas en las paredes.

Éste es un circo a tres pistas, redondas, luminosas y bien repartidas por el espacio. En efecto, aquí se viene a sacarle viruta a la duela; a los mirones no se les discrimina pero producen una pequeña lástima. ¿Cómo no aprovechar un ambiente que te permite diversión sin tener que bailar como cubano experto? Ve con tu pareja o, si eres hombre, acude a las ficheras (ficha: 20 pesos, y algunas están verdaderamente guapas), que sabrán entenderte. Desde un escenario suspendido sobre la barra, las dos bandas estelares (checa el recuadro) suenan muy bien, a pesar de la acústica imperfecta producto del techo de lámina. Puntos de atracción visual: un altar dedicado a la Santa Muerte y una hoja impresa y fijada al espejo del baño de mujeres, que dice: “Piensa con la de arriba” (¿por qué no está en el baño de hombres?).