Acostumbrados a mantenernos en una delegación que acapara la vida nocturna en un 70%, decidimos echar un rol por el sur en busca de un lugarcito donde el agua de las verdes matas tiene un lugar de honor.

Llegamos al centro de Tlalpan donde el tiempo parece haberse detenido y nos topamos con un lugarcito donde se le rinde homenaje a la tradicional bebida de los dioses: El pulque. Todo, claro, con toque exquisito y chic. Es un espacio pequeño pero bien distribuido, hay una especie de tapanco que te permite otra perspectiva del lugar gracias a sus techos altos.

Santa Solita es un espacio pulquero de corazón, con una oferta de curados frutales elaborados en forma orgánica y artesanal por la familia del Razo que son maestros pulqueros desde finales del siglo XIX y que vienen directo de Tlaxcala. Pide el curado de piña o el de maracuyá, están bien buenos; si se te antoja picar, puedes escoger entre quesadillas de flor de calabaza, unos totopos o los crujientes de tocino.

La música es variopinta: desde sones huastecas, pasando por el indie rock y rematando con rancheras de dolor; te pueden sorprender con géneros que juntos ni difuntos, pero que le dan ese toque especial al ambiente. En Santa Solita solo hay de una: brindar con fermentos de maguey hechos con amor.

Si eres los que prefieren alcoholes menos viscosos, puedes escoger entre una buena variedad de cervezas o vino por copeo. Si vas en plan de cenar hay varios platillos gourmet que te sorprenderán y que puedes acompañar con un buen calimocho o una sangría.

Libérate de prejuicios y disfruta de uno de los lugares más originales al sur de la ciudad y, cuando estés ahí, no olvides este acertado dicho de la sabiduría popular mexicana: “Pulque bendito, dulce tormento, ¿qué haces afuera? Venga pa’ dentro”.

Domingos, martes y miércoles, pulque 3×2.

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