Tele de botones y apagada. Un mural al fondo, técnica óleo sobre triplay, con un alemán sonriente bebiendo de un tarro en el que se distingue todavía la “K” anunciando la Kloster que algún día ahí se vendió. Botellas de chelas internacionales como adorno, mesitas de formaica con acabado marmoleado, servilletero de Blanca Nieves y un amplio surtido de sillas de diferentes estilos todas unidas por el vinyl color rojo y algunas por cinta adhesiva. “NO HAY BOTANA”, anuncian las letras blancas de la pizarra que hace las veces de carta. Antes ahí se podían comer de los mejores tacos de cabeza de la ciudad pero eso ya se fue. Si quieres, te pueden traer unas tortas de fuera. Una advertencia: el baño es unisex y uno se encuentra con 2 mingitorios y luego una puertita con el inodoro. Todo es de otras épocas. Afortunadamente los precios también y te puedes echar una chela por $15 o una caguama por $35. Se recomienda si estás de paso para la Secretaría de Gobernación para una manifestación, bloqueo o un simple trámite.