Está ubicado en una casota de madera estilo campirano y de muchos colores. Una vez que rebasas la cadena llegas al lobby, cuyas paredes tienen máscaras de luchadores. En el fondo hay una sala con juguetes típicos mexicanos.

Cuando te topas con el mostrador te enteras de que el cóver es de 150 para hombres y 100 para las chicas. Y tienen tres distintas pulseras de acceso: la VIP, para la que debes comprar una botella de, aprox., mil 500 pesos; la de Cumpleaños, en la que todos pagan, menos el cumpleañero, y la de Cortesía (sí, gratis), la más chida, que consiguen los clientes frecuentes.

No encontrarás a nadie mayor de 28 años. Abundan la pubertad, las camisas en colores pastel y las minifaldas con tacones de siete centímetros.

La música que ponen es muy comercial, para bailar y cantar de todo un poco. En el centro de la pista hay un ring donde las chicas se echan un buen round de baile para captar miradas.

En el techo verás algo parecido a una nave extraterrestre con muchas esferas disco y millones de luces. El ring también sirve para el concurso “Bailando por un pomo” (los sábados lo utilizan para dar funciones de lucha libre).

Aquí no hay cocteles ni tragos “nice”. La decoración es una mezcla de tianguis con glam: puedes ver que la pantalla gigante y la barra están sobre tabiques grises, los sillones son estilo vintage de diferentes colores, la cabina del DJ tiene lo último en tecnología y en las paredes hay lámparas hechas con bandejas de plástico.

Aquí cada quien anda en su rollo, así que no es lugar para socializar; mejor ve con tu bandita relajienta.