En el espacio designado para la caja registradora hay una barra enorme donde se encuentra Samuel, un bartender muy amable, quien está ahí para guiarte por el camino del buen beber en Liquor Store.

El primer paso es hacer un recorrido por la tienda. Agradecerás que no haya tanta oferta, pero sí una cuidadosa selección de destilados de muchas categorías. A continuación vendrán las palabras mágicas, el sello de distinción de este lugar:  “¿quieres probar?” Y es justo en ese momento cuando te sentirás afortunado de no estar en una tienda, ni en un bar, sino en un sitio especial donde la botella elegante o la etiqueta de diseño minimalista no son las protagonistas en tu toma de decisión. Te llevas lo que te gusta y punto.

Mis hallazgos favoritos: La Gloria, un ron añejo de Veracruz –con texturas aterciopeladas y tonos de ciruela y vainilla– no le pide nada a los rones centroamericanos o caribeños. Otra joya: la ginebra Boodles, la medicina que no encuentras en las farmacias.

Sus etiquetas hacen hincapié en productos mexicanos: mezcal, pox, raicilla y sotol con veneno de serpiente de cascabel. Las botellas cambian por temporada, pero si ves un Macallan Amber, un bourbon Wild Turkey o el vino mexicano Surco Rojo no debes desaprovechar.

Para redondear la experiencia, la tienda ofrece parafernalia coctelera: una hermosa línea de herramientas hecha en Inglaterra (Urban Bar), los bitters de moda, seis tipos de tónica, sales, especias y frutas con las que podrás experimentar hasta conseguir el trago perfecto. Para los clavadazos ofrecen cursos, catas y clínicas especializadas. ¿Algo más placentero que beber con estilo? Definitivamente, no.