Los japoneses tienen la bonita tradición de ir a emborracharse con sus jefes después del trabajo para olvidarse, por un momento, de que son unas máquinas de perfección y eficiencia. Y el izakaya (cantina o casa de sake) es su refugio predilecto. Con eso en mente, Yoshitake Yanagi, del restaurante Deigo, decidió transformar el primer nivel del icónico restaurante japonés en un barecito donde puedan satisfacerse tres necesidades básicas: tomar sake, cerveza y botanas.

El menú está diseñado para que pruebes un poco de todo y está compuesto por botana caliente, frituras, rollos y un ramen. Un típico del izakaya es el okonomiyaki, que aquí preparan con carne de cerdo, col, salsa tonkatsu, mayonesa spicy, cebollín, ralladura de pescado y jengibre encurtido. ¿De tomar? Bueno, estamos el paraíso del sake. Si estás explorando por primera vez el mundo de esta bebida, el Dassai es la mejor opción, pues son sakes fáciles de entender: para su elaboración usan el mejor arroz, la mejor agua y la mejor técnica, pero ofrecen varias opciones en cuanto al pulido del arroz, lo que se traduce en sabores más florales o menos ácidos.

Los conocedores notarán, de inmediato, la seductora variedad que ofrece la barra, tanto de etiquetas japonesas como americanas, entre las que sobresalen los Kubota y el delicioso Hattori Hanzo.

Su menú de cocteles se divide en clásicos –los preferidos de los japoneses– y coctelería de autor, en la que predomina el sake y los sabores del país asiático. Su elaboración estuvo a cargo de la experimentada bartender Claudia Cabrera, quien se puso a hacer mezclas con sakes, té, cítricos, jengibre, wasabi, lo que dio como resultado tragos frescos y muy agradables.

Otra razón por la que Kaito tiene todo para volverse nuestro lugar favorito en la del Valle, es su bonita cabina con karaoke. Lo rentan por hora: $200 de domingo a miércoles, o sin costo si tu cuenta rebasa los $2,000. Y $400 de jueves a sábado, o sin costo si tu cuenta rebasa los $4,000.