Es jueves y, sólo por esta vez, busco un plan que no incluya fiesta hardcore. Un cuate fotógrafo y amante de la música bluesera me recomendó el lugar. Y es que sin que lo haya descrito con palabras, su expresión lo decía todo: éste es el bueno.

Inspirada en la sugerencia llego al Hobos. La fachada es poco espectacular, una que me deja con dos opciones para calificar a posteriori: exquisito o despreciable. Entro al esperado recinto y los rumores comienzan a comprobarse por sí solos. En el escenario al centro, una banda seduce los oídos del público. El show se lo llevan los guitarristas, quienes protagonizan dignamente tonadas similares a los reyes blueseros como B.B King y Stevie Ray Vaughan.

Sentada en la mesa de la esquina echo un vistazo a mi alrededor. Parejas veinteañeras conversan con fervor, hombres maduritos con los ojos cerrados enfocan sus sentidos en la música y un matrimonio a mi lado se besa de vez en vez mientras mueve el cuerpo sensualmente al ritmo del blues.

Para empezar pedí unas entradas deliciosas: berenjena con queso parmesano. La verdura picada va mezclada con aceite de oliva, ajo y cebolla para servirse sobre una tapa con una rebanada de queso parmesano encima($65). Con mi fiel acompañante a la mano, un Jack & Coke ($65), y los beats blueseros en su máximo esplendor, deduje que este bar es la joya exquisita de la vida nocturna. Como un tronar de dedos, Gabriel, el mesero, me despertó de la hipnosis musical y me dijo: «El de la ármonica y la guitarra es Horacio Reni» mientras me servía otro whisky siguió: «Tienes suerte, hoy improvisó, es una leyenda del blues mexicano. El otro guitarrista es uno de los socios del lugar».

Con un tapiz muy al estilo cottage de Alabama, el cliente se siente como en casa. La coquetería está en la barra con imágenes de rostros legendarios: Janis, Ray Charles, Elvis, Bowie, Jimi Henderson, hasta Norah Jones. El recinto se ha convertido en la opción para que bandas emergentes contagien a los defeños con buenas propuestas musicales. Y es que los dueños se preocupan por ofrecer músicos sobresalientes, en los que se incluyen zares de la armónica y saxofonistas distinguidos.

Salí al área de fumadores y mientras echaba el cigarrito leí el código de cómo ser un buen hobo (vago). Atinada la primera regla: decide tu propia vida, no dejes que otra persona la maneje.