Hipz… por “hipster”, eso dice el gerente. Es nuevo, su ubicación lo aparta de las masas de Plaza Escenaria y, honestamente, la fachada no es nada espectacular.

Tal vez tardarás un poco en pasar la cadena, pero vale la pena la espera. El acceso es parecido al túnel de una mina abandonada. Lo recorres a media luz, mientras el beat de la música empieza a prenderte.

Tu llegada jamás pasará inadvertida, pues entras arriba de la gran pista de baile, con mesas a desnivel tipo estadio. Lo primero que ves es la frase en luz rojo neón “Different is beautiful”, cual mantra del lugar, y justo debajo verás la barra.

Estás dentro de una vieja y abandonada fábrica de carne de res (un rastro, pues), por eso verás paredes desgastadas y vidrios rotos complementados con sofisticadas luces de colores –sobre todo en el techo– que se mezclan con la música tipo house y electro-swing que vibra en tu cuerpo (por el volumen).

Los DJ que arman la fiesta en el Hipz son los mismos que te encuentras tocando en Lemon Condesa. La bebida de la casa es el Martini Hipz, hecho con vodka, vermut, jugo de manzana y limón, licor de manzana y un garnish muy coquetón. También encuentras shots de 150 pesos y las típicas agüitas que atarantan como whisky, mezcal, ron, tequila y cerveza.

En Hipz hay gente guapa, unos más fresas que otros y algún hipster perdido. Será tu lugar favorito si te encanta bailar como si nadie más te observara.

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