Este barecito es el nuevo punto de encuentro para los amantes y defensores del mezcal tradicional –tan perseguido en estos días con nuevas normas y denominaciones de origen–. Los tres mezcales de la casa son arroquín, arroqueño y tobalá, además de que en su breve menú suelen rotar especiales de otras comunidades de Durango, Guerrero y Puebla. Para darle forma a esta barra especializada, sus fundadores se aliaron con la Asociación de Mezcaleros Tradicionales, por lo que no importa lo arriesgado de tu elección: estás en buenas manos y a tu mesa sólo llegaran destilados de muy buena calidad.

Ofrecen un par de experiencias encaminadas a promover la cultura del mezcal tradicional: una de ellas es la cata que organizan los miércoles (a las 19:30 h), guiada por un maestro mezcalero, y que incluye tres tragos y una botana; la otra es la Ronda de los mezcólatras del centro, una ruta –para la que se aliaron con la Casa del Cine y otros bares de la zona– que inicia con una charla y una proyección de un documental sobre esta bebida, para de ahí seguir con catas con maridaje en cada uno de los bares participantes. Y para los que quieran entrarle muy en serio al tema, está la opción de inscribirse en su Club del Mezcal, en el que los miembros reciben mensualmente producciones limitadas para armar su propia –y exclusiva– cava.

El hecho de que El Talismán sea hermano del Pasagüero implica ciertas cosas, entre ellas, que su dueño, Ricardo Pandal, invite a sus amigos a hacerse cargo de la música. Así es que si de pronto ves a Miguel Calderón o a Silverio poniendo viniles, el viaje al año 2006 está garantizado.

Tienen buenas botanas: queso fundido con chapulines, tasajo, tlayudas, chicharrón, guacamole, pero en la que seguimos pensando hasta la fecha es en la guajolota, una deliciosa torta de tamal oaxaqueño con mole negro, por la que bien vale la pena perder el recato.