Es el lugar que estábamos esperando para salir un poco de la Roma y la Condesa. No es un típico bar ni tampoco un restaurante, es un local que dignifica el trago a media semana. Un sitio para tomar cerveza o vino saliendo de la chamba.

Lo primero que hay que saber es que el nombre del bar viene de un chiste generacional que nos explica Charly, el dueño: cuando ibas a algún lugar “de gorra”, se decía que ibas “de barbas”. Cuando Carlos era más joven acostumbraba a acondicionar uno de los cuartos de su casa como bar -con todo y barra y bola disco- al que sus amigos le decían “de barbas”, de ahí la inspiración.

El bar es ideal para los que pasan por ahí mientras pasean al perro, es cómodo y se presta para pláticas que pueden durar un largo rato. Tiene tacos de guisado con la receta del restaurante de los abuelos (que ha sobrevivido 40 años en la inclemente Condesa), paninis, alitas y una variedad interesante de chelas que reflejan el compromiso y el gusto por la variedad y la calidad.

Hay cervezas alemanas, belgas y también nacionales para descubrir como la llamada Chalupita y una reciente adquisición, la Buscapleitos Bitter: rara a la vista pero amigable a la boca. La música suena a funk, blues y jazz, pero depende del humor de Carlos, cuyo refugio va conquistando, a paso firme, a los de la colonia.