Nuestro amigo entró a una miscelánea, pensamos »trae hambre» pero pasamos de largo las papas, los gansitos y los estantes con panes Bimbo. Donde sería la trastienda encontramos unas mesitas con gente y pintado en las puertas de un clóset un letrero en tonalidades pastel que decía “Sal del clóset”. Subimos unas escaleritas y llegamos a un espacio que apenas superaba el área de una sala comedor con paredes de cebra y luz negra. Cuadros gays y un abanicazo negro complementan el decorado y en unas mamparitas tipo cabina telefónica está el mingitorio. Las mesas y las sillas están tan pegadas que no hay manera de no acabar queriendo a las parejas de vestidas, transgénero y de obrero y extranjero que te acompañan. Aquí sólo se sirven chelas ($15) y caguamas ($25) y de botana puedes comprarte unas papotas, unas palomitas, una Maruchán y de plato fuerte un Lonchibon. ¿Se trata de un lugar pirata? No lo sabemos, pero por lo pronto su barman-dj-mesero tiene un auténtico ojo de vidrio.

Miscelánea en una calle perpendicular al Sheraton del Centro Histórico.