Su inauguración llamó mucho la atención, se anunció que Carla Morrison, Mariel Mariel, Torre Blanca y Adanowsky estarían tocando durante el evento. Toda la hipsteriza asistió, pero por abrir antes de tener todo listo hubo muchos errores, la justificación fue “todos los artistas que queríamos podían sólo en esta fecha”, así que nos tocó ver cables sueltos y espacios todavía en construcción.

Pareciera que este espacio tiene una maldición; han abierto dos bares con nombres distintos y los dos han tronado. Ahora un nuevo concepto ocupará este espacio en una de las calles principales de la Roma, esperando tener el éxito que no se ha logrado antes. Su problema principal es la distribución: tiene forma de pasillo horizontal y el escenario se encuentra hasta el final del mismo, por lo que si tu intención es ir a ver una banda probablemente ni la veas. El lobby es de techos muy bajos y luz tenue; no favorece la circulación de aire, además de que el sonido no llega hasta aquí. Y el error más grave es que su barra se encuentra justo en el camino hacia el escenario: en el pasillo. Las personas se acumulan e incluso los que tienen mesa están apretados.

Su intención es ser un bar que funja como foro para todo tipo de música; acompañados de ricas tapas y coctelería internacional. Pidan el postini de tapenade con queso boursin, unas brochetas de camarón jumbo con pesto, o cualquiera de sus fondees.

Su público es de treinta para arriba, así que lánzate a conocerlo a ver si te late como un nuevo venue en el D.F.

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