Cuando uno escucha sobre Andy Warhol, automáticamente piensa en la sopa Campbell’s o en algún cuadro multicolor, pero pocos se remiten a The Factory. Justamente, fue el famoso estudio del artista el que inspiró al bartender Guillermo Domínguez (Limantour y Hanky Panky) a abrir un establecimiento propio.

Aquí tratan de que todo sea pop, empezando con la decoración: un sofá en forma de labios, zapatos de colores, luces fluorescentes y una pared plateada. Continuando con sus cocteles con presentaciones llamativas y finalizando con la música de grupos populares de los 60.

En la carta de bebidas encuentras clásicos, propios y de tenders nacionales y foráneos. El coctel insignia lleva el nombre del local, es sencillo en ingredientes (ginebra y cordial de albahaca), pero no en técnica, pues el cordial lo preparan en casa. La innovación comienza a asomarse con su Femme Fatale, una combinación peligrosa, pues además de su alto contenido alcohólico, tiene notas dulces de licor de violeta.

Mientras le das un sorbo a tu trago, puedes escuchar varias canciones de The Velvet Underground, obvio, y si en el transcurso de la noche te da hambre, la cocina correrá a cargo del mismo chef de Broka –al cierre de esta edición, todavía no existía, pero es probable que los fogones ya estén prendidos-.

A primera impresión puede parecer un lugar ordinario, pues estamos acostumbrados a bares de coctelería elegantes y al sitio le falta conjugar todos sus elementos. Pero la ambición detrás es grande, esperemos que tenga más de 15 minutos de fama.