El tamaño sí importa

Caricias por dinero

 

Cuando llamé por teléfono me aseguró que no iba a tener problemas para identificarlo y no se equivocó. «Voy a ir con una camisa roja y un pantalón negro. Soy alto, tengo los pelos parados y pintados de güero». Eso fue suficiente pero dos detalles más, no mencionados por Dylan, me parecieron decisivos: los pupilentes grises que le daban un aspecto gatuno y un mentón que me recordó a Jaime Moreno, el ex galán de los años 60.

Empezó a contarme su historia en un Burger King, de la Zona Rosa. «ahorita mi actividad principal es ser escort es donde menos tiempo inviertes para ganar más. Pero yo en realidad empecé siendo stripper, luego chippendale (la diferencia es que los primeros se desnudan por completo y los segundos se dejan la tanga puesta). Estuve en el Sólo para mujeres y así he ido haciendo un poco de todo.» Dentro de ese “todo” está actuar en películas y en fotonovelas pornográficas. No es difícil entender como una cosa lo lleva a la otra. El punto de partida: la necesidad económica.

Dylan es de Ecatepec. Cuenta que cursó la carrera de derecho pero en el trabajo que consiguió como abogado le pagaban muy poco y decidió modificar su perfil. Como acompañante no gana lo mismo que una chica. Su servicio cuesta mil 600 pesos la hora y es de los mejor cotizados porque sabe hacer su trabajo y tiene con qué. «cuando llaman piden especificaciones básicas del cuerpo y el tamaño es muy importante. Pero realmente lo que hace que una clienta te vuelva a llamar es que manejes varias posiciones, que las hagas sentir bien, que le digas cosas lindas mientras la relación.» Da por lo menos tres servicios al día y si le va bien pueden ser hasta cinco. ¿Cinco diarios? «si estoy con una señora no agraciada cierro los ojos y me pongo a pensar en mi novia… cosas excitantes. Además no eyaculo. Eso da mayor capacidad de erección y también es cuestión de práctica, aunque también hay pastillas, inyecciones… unos recurren al viagra o a bombas de vacío, pero eso desmotiva a la clienta. Ya cuando tienes práctica no lo necesitas».

Trabajar como escort no significa dinero fácil: pasa dos horas diarias en el gimnasio, tiene sexo hasta cinto veces al día sin eyacular y con “señoras no agraciadas” dominar varias posiciones y estar dispuesto a cumplir todo tipo de fantasías, algunas de ellas visiblemente escatológicas.

Muchas de sus clientas son mujeres que se sienten solas y lo que más necesitan es alguien que las escuche. Dylan les ofrece la atención que necesitan. También para él, la soledad es lo peor de su trabajo. «está lleno de gente que te halaga, pero ya cuando estás en tu cuarto te sientes la persona más sola del mundo».