11. El zapato misterioso

La niña inquieta

La niña inquieta

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Cierto antro de la Roma, 4:23 AM

Una buena amiga de mi hermano estaba de visita así que teníamos que salir. Precopeamos en casa de un amigo en Polanco y, ya algo avanzada la noche, decidimos que queríamos más.

No sé cómo llegamos al que probablemente sea el antro más fresa de la Roma, ni cómo nos dejaron entrar en las fachas que llevábamos, pero ahí terminamos. Los tragos eran carísimos, todos estaban vestidos como para Fashion Week y nosotros estábamos más allá de ahogados.

Bailamos como adolescentes, gastamos como magnates y conocimos a un par de pseudoartistas y de modelos de quienes nos burlábamos sin que ellos se dieran cuenta. La música era malísima. Nos sentíamos como los reyes de la noche.

Justo cuando la primera manada comenzó a salir –planeaba irme con ella– alguien me agarró por el hombro. Tardé un par de segundos en reconocerlo; era un amigo de mi famoso roomie al cual había visto dos o tres veces. Un chico bajito y tímido que me había parecido un cero a la izquierda. Esta noche era otra persona. Me invitó un drink, perdí a mi grupo y el resto es historia (una historia ultraborrosa).

Era un tipo bastante deportista así que eso ayudó a que todo fluyera –aunque no recuerdo con precisión cómo se llevó a cabo la noche. Sin embargo, pude confirmar que había bastante química entre los dos. Era cariñoso, cosa que me hacía falta en esos días. Se sorprendió cuando le pedí que me la metiera por detrás, pero lo hizo y se vino después de cuatro o cinco penetraciones (suele suceder). Y se quedó ahí, abrazándome por la espalda. Parecíamos vivir un momento de éxtasis.

A la mañana siguiente, fuimos a la cocina a tomar agua y, sobre la mesa del comedor, se encontraba un zapato Chanel de tacón kilométrico, de esos negros con la punta plateada.

-`¿Cómo llegó eso ahí?´, le pregunté.

-`¿No es tuyo?

-`Jamás uso tacones´.

Ataque de risa: imaginamos a una pobre mujer saliendo del antro la noche anterior con un solo zapato… Aunque no recordamos la escena del crimen. ¿Cómo y por qué nos lo llevamos? Eso nunca lo sabremos.

El zapato se convirtió en un objeto de diseño de mi sala y este chico, en un fuck buddy recurrente.

 

EL PRÓXIMO JUEVES les contaré de un italiano que me gustó más de lo normal y con lo que me salió. Acá los veo.

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