Descripción

Crítica

En este lugar te puedes encontrar gente famosa; desde artistas, escritores, políticos... y seguramente también a varios amigos y otros tantos oficinistas. Un viernes sin reservación implica una hora de espera o más. El lugar en sí no es nada carismático, la decoración es muy fría y no vale la pena comer en las mesas de abajo, ya que te sientes como niño regañado en comedor de escuela. En cambio, arriba, aunque la decoración no mejora mucho, al menos tienes la vista a la Plaza Uruguay. A pesar de todo, el Entremar tiene su encanto, que es comer delicioso a partir de un menú muy creativo e ingredientes siempre son frescos.

Nada como las tostadas de atún fresco con salsa de chipotle, un poco de aguacate y su cebollita caramelizada, que les da un toque crujiente. También es muy recomendable el pescado a la talla, que, aparte de tener el sabor justo del pescado blanco, está cocido al punto de romperse en trocitos con el tenedor (así que ten cuidado de no comerte alguna espina). Lo sirven dividido en dos, con salsa verde de un lado y roja del otro. Además te ofrecen unas tortillas hechas en casa que están buenísimas y las acompañan con frijolitos negros para que te hagas taquitos tú mismo. La verdad es que, hasta un simple filete de pescado a la plancha les queda excelente, gracias al buen sazón que tiene este restaurante. Quizás el secreto está en que todo lo hacen ahí mismo, incluyendo los helados, que, por cierto, también son excelentes, al igual que los demás postres, lo que contribuye a que se prolongue la sobremesa.

El servicio en general es bueno, aunque toma en cuenta que a veces se tardan en llevarte la cuenta, así que pídela con tiempo. Los precios son justos, considerando la calidad de la comida. Si estás en la zona, Entremar es una opción ideal para un viernes de amigos.