Los paralelos
musicales entre los ingleses y los gabachos siempre han sido claros. Mientras
que los dos, por ejemplo, cocinaron un punk rock similar al final de los setenta, en los
noventa vino toda la movida britpop que encontró el contemporáneo gringo en el grunge.
De igual forma, el hip-hop/electronica
tuvo su contraparte inglesa.
Mientras que en el Bronx se incorporaron las tornamesas y se les exprimió de
una forma completamente revolucionaria, en el norte de Inglaterra se empezaron
a construir sonidos desde los sintetizadores fríos que le hacían eco a los
paisajes industriales de Manchester o Sheffield.
La generaciones que
nacieron en los ochentas y noventas crecieron inmersos en toda la movida del two-step
garage y que después
evolucionó al sonido fantasmagórico del dubstep postmilenio. El eslabón entre estos dos es
el grime, género musical
que es nieto del dancehall jamaiquino,
hijo acelerado del drum n’ bass, hermano menor del UK Garage y claro, primo lejano del hip-hop. Un género 100 % urbano que incorporó líricas en forma de rima y
logró generar toda una escena nueva sobre los 140 beats por minuto.
Dejando a un lado
los actos mas famosos como Lady Sovereign, The Streets o Dizzee Rascal, ahí van
algunas rolas importantes del grime: