Con su poesía urbana –insolente, ruda y descarada–, Alika, Bomba Estéreo y la Mala Rodríguez conquistaron a un público que siguió sus intervenciones con suaves movimientos de caderas, pies y brazos en el salón José Cuervo.
Dos regios fueron los responsables de encender el ambiente: Niña Dioz y Pato Machete. La primera saltó a la escena y con sus aguerridas rimas, rebeldes y críticas; interpretó temas como Lola, Mira quién llegó y Cuándo, cuándo. Pato Machete, por su parte, provocó que las manos se colocaran en el aire y siguieran los bits, secuencias y coplas de su proyecto de solista; sin embargo, no resistió la tentación de interpretar Sí señor, Andamos armados y Me comprendes Méndez de Control Machete.
Entre sonidos de sirenas de policía y alarmas, la “rastawoman” Alika -ex integrante de dúo Actitud María Marta- y su soundsystem hechizaron al público gracias a su reggae con tintes hiphoperos y, por momentos, cumbiancheros.
Casi a la media noche, la elegancia tropical de Bomba Estéreo rompió el silencio del inmueble. Placer y baile fueron guiados por las fusiones sonoras de rock, electrónico, reggae y hip hop, todo con aires caribeños, cumbia y champeta.
Durante 75 minutos, los colombianos prendieron al público chilango y desbordaron sabrosura a cada sonido que le exprimían a sus instrumentos.
El ánimo de Li Saumet aumentaba y también la conexión con los seguidores, por lo que se desprendió de sus zapatillas doradas y recorrió cada extremo del entarimado. Invitó a cuatro chicas a bailar con ella, e incluso en varias ocasiones se subió a las bocinas para tener mayor contacto con la gente.
Con un público visiblemente cansado por la maratónica jornada musical, aumentada también por los retrasos en la producción y los desperfectos técnicos, la Mala Rodríguez –dueña de una lengua filosa– abrió su presentación con la canción La Niña.
Las miradas y los celulares en lo alto buscaban registrar cada centímetro de la silueta de la española, quien lucía un corset rojo con negro que permitía ver su tatuaje del hombro izquierdo. Con pocos movimientos en el escenario, pero con mucha energía, la Mala Rodríguez cautivó con su lírica irreverente.
Yo no mato el tiempo, No me pidas perdón, Patito feo, Nanai, Caída libre, Déjame Entrá fueron algunos de los temas que interpretó de las producciones Dirty Bailarina y Malamarismo; además hizo un recorrido por Alevosía y Lujo Ibérico.
María Rodríguez Guevara, en su personaje de la Mala Rodríguez, hizo honor a su nombre artístico al protagonizar algunas maldades y travesuras en nuestra ciudad: a la producción le solicitó cambiar de hotel y de camionetas para los traslados; modificó sus antojos y rechazó la comida. Reprogramó y canceló entrevistas a medios de comunicación, incluso al canal de internet que patrocina su gira en México y América Latina.
La noche de talento, belleza y rebeldía terminó rayando las tres de la madrugada, con un público satisfecho, contento, pero un poco cansado por las siete horas que duró el evento.