¡Ah, la pubertad! Aquella época de la vida donde todo es nuevo y las cosas son más fáciles. Cuando despiertas y tu mayor preocupación es que tienes un barro enorme en la nariz. ¿La recuerdan con cariño? Por supuesto que no. Esa es una de las peores etapas de la vida.

Biológicamente hay razones que hacen de la pubertad – adolescencia una de las etapas más perturbantes de la vida del ser humano: cambios hormonales, que a su vez provocan la punzada que tanto nos aqueja en esos momentos, entre otras cosas.

Con la nostalgia que trae consigo un año nuevo, recordamos esos momentos.Nos deprimimos y quisimos compartirlos con ustedes.

Ropa horrible

Quizás cuando fuiste joven y bello pensabas que eras lo máximo. Pero ahora, que ves tus fotos te preguntas seriamente, ¿qué demonios estaba pensando? y ¿cómo pude pensar que eso se veía bien? Es normal, sobre todo si creciste en los 90 cuando la moda era totalmente horrible.

Acné juvenil

Todos fuimos víctimas de este “mal de la edad de la punzada” y ahora lo recordamos como algo gracioso. Sin embargo, cuando tienes 15 años y tu rostro parece pizza, la historia no es tan chistosa.

Situaciones embarazosas

¡Ah, la edad de la punzada! Esa época de la vida en que sentimos la necesidad de experimentar en cuerpo ajeno, pero éramos más ignorantes que nada. Incluso llegamos a pensar que nos podríamos embarazar por “fajar”. Y nos hicimos esas preguntas que el internet se encargaba de contestar (mal).

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Freaks and Geeks (Getty Images)

FUCK THE POLICE! No es cierto, mamá…

Cuando uno es joven intenta desafiar la autoridad de todas las formas posibles. No importa si la hazaña es realmente importante, o peligrosa, el chiste es sentirse rudo.Lo malo es que vivimos con nuestros papás y ellos ponen las reglas, así que siempre todo terminaba en un “FUCK THE POLICE, no es cierto mamá, ahorita limpio”.

Quiero ser popular

La verdad es que todos buscamos el reconocimiento a lo largo de nuestra vida, pero nunca tan superficialmente como cuando somos unos púberes. En esa etapa queremos ser populares simplemente por ser populares, no hay más. Y si no lo éramos sufríamos, o al menos intentábamos desesperadamente encajar. De alguna u otra forma queríamos sentirnos reconocidos.

Cuerpo desproporcionado

Una de las bondades de la naturaleza es moldear nuestro cuerpo. Lo malo es que lo hace poco a poco y sin una proporción geométrica real. Es muy común que en la pubertad-adolescencia tengamos una nariz descomunal que con la edad se vaya “arreglando”, o qué tal aquellos seres altos, altos con el cuerpo más flaco del mundo. Algo así como Peter, la anguila.

Yo lo sé todo

Por supuesto que a esta edad todos somos maestros y nadie nos va a decir cómo se hacen las cosas. Esto nos costó muchos descalabros, accidentes y, en el mejor de los casos, apodos que nos acompañaran por el resto de la vida. Pero de los errores se aprende, al menos eso dicen.

Ligue incómodo

La verdad es que cuando se es puberto la vida se parece mucho al Papalote Museo del niño, por aquello de “toca, juega y aprende”. Aunque quizás aquí faltaría agregarle: “arrepiéntete, pide disculpas y ¡NO, eso no se hace!”. Aceptémoslo, todos fuimos unos súper tetazos cuando salíamos a ligar a las tardeadas o los centros comerciales. No sabíamos qué decir, ni cómo decirlo y, aunque lo supiéramos, esas frases de ligue instantáneo quedan reducidas cuando se tienen frenos en los dientes (con sus respectivas migajas).