¿Quién es el culpable?

Tú. No te hagas.

¿Por qué es tan placentero?

Porque te permite constatar que la vida tampoco le ha tratado tan bien, o al menos no mejor que a ti. Porque puedes ver que, en el fondo, era una persona sin chiste. Porque siempre le puedes dedicar la nocturna.

¿Y la culpa de dónde?

Buena parte de tus horas de oficina te la pasas stalkeando a tu ex. Ya trabaja. Como sea, si te encuentras a esa persona en la calle y no tienes otro remedio que saludarla, le vas a preguntar cómo le ha ido. ¡Cómo si no lo supieras!