Esa bonita (NOT) tradición de destruir patrimonio arquitectónico ya existía en tiempos de Díaz Ordaz, quien en 1968 ordenó demoler el hospital psiquiátrico La Castañeda para levantar torres habitacionales: Torres de Mixcoac.

La Castañeda fue inaugurado en 1910 por Porfirio Díaz, como parte de las celebraciones del centenario de la Independencia, y se construyó para ser una clínica psiquiátrica que ofrecería las terapias más modernas de la época. Sin embargo, con el tiempo se fue deteriorando y convirtiendo en un infierno, donde los pacientes recibían un trato inhumano. ¿La solución? Reubicarlos y tumbar la edificación.

Foto: Tamara de Anda

Sin embargo, el empresario Arturo Quintana Arrioja compró la fachada y se la llevó, piedra por piedra, para su casa de campo en Amecameca, Estado de México. Esa residencia aún existe, pero hoy pertenece a los Legionarios de Cristo y no se puede visitar a menos que seas parte de la congregación o tengas una productora y la rentes como locación. ¡Buuu!

Lo bueno es que, al menos, los edificios que se construyeron en 1969 también son un proyecto arquitectónico admirable e icónico de la ciudad. Torres de Mixcoac fue diseñado por Abraham Zabludowsky y Teodoro González de León. Pensaron en espacios públicos funcionales para los vecinos, además de un par de esculturas que se integraran al conjunto y que le dieran identidad: una pieza geométrica del chiapaneco Jorge Dubón, y una especie de pirámide hecha con cubos metálicos, de Mathias Goeritz.

Como representante de la arquitectura emocional, Goeritz concebía la escultura como un arte participativo, que la gente se apropiara de diversas formas. Y aunque la pirámide no fue pensada como una pieza interactiva, los niños inmediatamente empezaron a treparla y hacerla parte de su juegos. Hoy ya no está permitido subirse a ella. «Por eso está tan bien conservada», comenta orgullosa una vecina. Y es verdad. Está impecable, como el resto de la unidad.

Foto: Tamara de Anda

Por su escabroso pasado, aún hay vecinos que dicen que se escuchan y se sienten cosas raras por las noches. Pero si ya nos vamos a poner místico-esotéricos, podríamos decir que las «malas vibras» y los fantasmas de los pacientes del psiquiátrico se anularían por los espíritus felices que llegaron antes, cuando hubo una hacienda pulquera.

Torres de Mixcoac está en Periférico Sur a la altura de Rosa Trepadora. El acceso está restringido, así que te recomendamos tener amigos en el condominio (debería haber un Tinder de construcciones patrimoniales), ser repartidor o usar tus superopoderes para convencer a los polis de la entrada de que te dejen entrar a echar un ojito.

Torres de Mixcoac

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