Habla Sabo Romo, bajista:
«El 27 de marzo de 1987 fui a Rockotitlán a arreglar un asunto de Taxi, la banda que tenía entonces, y me encontré al dueño, Tony Méndez. Unos meses antes de esto, en diciembre del 86, Saúl y Diego me invitaron a complementar un proyecto que estaban haciendo. Habíamos armado unas maquetas, pero el proyecto no había empezado formalmente. Tony me invitó a tocar con ese proyecto y yo dije que sí. Se acordó la fecha para el 11 de abril de ese mismo 1987; faltaban 15 días. Saliendo del lugar me fui a casa de Saúl, y le conté lo que había pasado:

–Güey, tenemos nuestra primera tocada.
–¡Pero no tenemos banda!
–Pues hagamos una banda…
–¡No tenemos rolas!
–Pues hagamos unas rolas…
–¡No tenemos instrumentos!
–Pues consigamos unos instrumentos.
«Y así fue el debut oficial de Caifanes. Poco a poco logramos amalgamar el proyecto y Caifanes se convirtió en casa.»

Aviéntame

Lo que se vio en el concierto de agosto de 1995 en San Luis Potosí fue la pantalla negra final de una larga disolvencia. Caifanes cambió de integrantes desde el principio: tuvieron dos bateristas distintos –Juan Carlos Novelo y “El Gato”– en sus primeras dos tocadas; hasta la tercera se integró Alfonso André. Pasaron por varios guitarristas antes de que Marcovich se uniera en 1987. En 1993 Sabo Romo y Diego Herrera abandonaron el grupo, al unísono: «Ya no estaba padre. Había algo que ya no funcionaba en términos de química, la magia se desvaneció», dice Herrera.

En 1993 Sabo Romo y Diego Herrera abandonaron el grupo, al unísono.

Lo que se conoce como la disolución de Caifanes fue, en realidad, el conjunto de dos factores: primero, la separación de Marcovich; segundo, el cambio de nombre de la banda, de Caifanes a Jaguares. Se dice que no se siguieron llamando Caifanes porque había problemas legales alrededor del nombre entre Alejandro Marcovich y Saúl Hernández. Alfonso André, el único caifán testigo de esta disputa, se limita a decir que «nosotros queríamos seguir llamándonos Caifanes, pero Alejandro no quiso, y con justa razón. Saúl no quería aventarse un pleito legal que podía durar años, así que decidimos seguir con otro nombre».

Se ha especulado mucho sobre las razones de fondo de este conflicto; lo cierto es que, lo que haya sido, a estos dos los tuvo separados durante 17 años. Tanto Sabo Romo como Diego Herrera colaboraron con Jaguares, banda en la que, de los integrantes originales, sólo quedaban Saúl y Alfonso André. A Marcovich nunca lo invitaron a colaborar, o nunca se supo.

Ni Saúl ni Alejandro hablan del tema.

Rumores hay muchos. Se dice que en el Vive Latino 2000 Hernández, enojado al ver que Marcovich estaba junto al escenario momentos antes de la presentación de Jaguares, mandó a que la seguridad del Foro Sol sacara al guitarrista, y que la discusión llegó a los golpes. Ni Saúl ni Alejandro hablan del tema. Lo que haya pasado esa noche –rumor o no– es una expresión del problema de fondo que causó la separación entre Saúl y Marcovich, cosa que sólo podría explicarse con las palabras del único caifán que vio cómo, en 1995, estos dos músicos decidieron terminar su relación. Así se confiesa Alfonso André: «Saúl y Alejandro son como agua y aceite: Saúl siempre en las nubes, Alejandro mucho más cerebral. La colaboración en lo musical era muy fructífera, pero fuera de la música no estaba tan bien. Uno quería aterrizar y el otro quería despegar».

Aquí no es así

Soy mucho más que Caifanes; eso me queda claro. -Marcovich

Habla Alejandro Marcovich, guitarrista: «El día que terminamos de grabar El nervio del volcán me dio una risa histérica que nunca me había dado. Yo llevaba 17 años en una búsqueda de la que Caifanes fue el núcleo: desde que estaba en la prepa, buscaba el sonido de la guitarra eléctrica latinoamericana. El rock latino se identificaba con Santana. Para eso se quedaba muy corto: si tú empiezas a tocar con su escala dórica menor, automáticamente va a parecer que eres hijo de Santana. Yo pensaba: “Aquí hay un hueco más allá de Santana; yo lo tengo que lograr”. Caifanes fue un vehículo increíble para desarrollar mi discurso; la expresión más clara de eso fue El nervio del volcán. Y sí, claramente Caifanes es parte de mi historia, una parte importante porque me forjó, pero sólo seis años de 30 de carrera. Si alguien me quiere ver como un icono, incluso algunos como leyenda, yo sólo soy un músico activo. Pero yo soy mucho más que Caifanes; eso me queda claro.»