Previo al concierto de Noel Gallagher lo que reinaba era la tranquilidad, pero este estado cambió en punto de las9:30 pm, cuando el frenesí se apoderó delpúblico mexicano, tras ver aNoel y sus High Flying Birds salir al escenario.

(It’s good) To be free arrancó algunos gritos ante un Noel vestido de negro conchamarra de cuero y camisa blanca, look que parece del gusto regular de losroqueros británicos hoy en día. Después vino Mucky Fingers, ambas de Oasis,para calentar a la audiencia.

Sin mayor preámbulo arrancó Everybody’s on the run, la primera de la nocheproveniente del disco de Noel Gallagher’s High Flying Birds, banda que aparecía yreaparecía entre luces celestes.

El público coreaba las canciones discretamente hasta que llegó Dream on, la gentecomenzaba a soltarse y levantar brazos guiados por la música, mientras una luzcon matices amarillos cubrían el escenario.

La gente casi no brincaba, quizá porque el concierto se antojaba más íntimoque alocado. Tras la canción Noel se dirigió por primera vez al público con unescueto “muchas gracias Ciudad de México, maravilloso país”, a partir de ahí nopararía de interactuar con la gente.

La respuesta fue inmediata: gritos y aullidos del público, que fue premiado conIf I had a gun, otra de las más celebradas, aunque tras el júbilo, vino una especiede trance silencioso en el que algunos coreaban, otros tarareaban, pero ningunodejaba de prestar atención al británico que se adueñaba de la noche.

La velada apenas comenzaba y Noel se quitó la chamarra antes de tocar The goodrebel entre luces estroboscópicas. A eso seguiría The dead of you and me, quela gente seguiría coreando desde sus lugares, quietos, casi hipnotizados, anteun músico que, a donde quiera que va, parece siempre jugar de local y nunca devisitante.

Alguien del público le pidió tocar y Noel bromeó con él “¿estas loco?, no te puededejar tocar mi guitarra, cuesta una fortuna” y sin más, anunció Freaky teeth, entreun luces que emulaban un arcoíris y de fondo una pantalla con la psicodelia a todolo que daba.

Tras media hora de tocar vino Supersonic en versión acústica con Noel y suguitarra, acompañado por piano y pandero. Un momento cumbre en el que seescuchaba el coro de gente que estaba en completa comunión con Gallagher.

El público agradeció la canción con un “Ole Ole Ole Ole, Noel, Noel” al que elbritánico se entregó por unos segundos para tocar luego tocar Record machine,seguida por What a life, Talk tonight, Soldier boy and Jesus freaks, Brokenarrow, y Half the World away.

Un cambio de guitarra y sonó Stranded on the wrong Beach, entre luces rojas yamarillas, el final estaba cerca cuando la gente coreaba todo lo que salía de la voz alritmo de la guitarra de Gallagher.

Sin embargo faltaba lo mejor, tras dejar el escenario unos instantes, regresó parael encore, con Whatever, canción que se coreó, se gritó y se disfrutó. Con una vozmás melódica que la del rasposo Liam.

Se siguió con Little by Little envuelto en un rayo de luz blanca y el coro de la genteque también celebró, The importante of being idle.

Noel anunció que la velada estaba por terminar “ha sido un placer, (México) es unode mis lugares favoritos en el mundo. Lo siento pero solo queda una canción más,yo no hago las reglas pero si quieren más pueden volver mañana”.

Y tocó Don’t look back in anger, quizá el éxito más conocido, de entre muchos,del mítico Noel Gallagher, que demostró lo que desde hace muchos años no le hacefalta demostrar, su talento.

Aunque en otros países ha sido recurrente ver cantar como principal al mayor delos Gallagher, en México es la primera vez que ocurre, así como también la primeravez que Noel se presenta en un escenario más pequeño de lo acostumbrado en elDF, el Teatro Metropolitan.

La gente quedó satisfecha tras un setlist que Noel Gallagher’s High Flying Birds yatraen bastante ensayado, pues es el mismo que han tocado en sus últimos recitalesen Estados Unidos, mismo que deja en claro que tras haberse separado de Oasis, nonecesita del nombre de la agrupación para obtener éxito, pero si de sus canciones.