Existen bandas que desde sus comienzos, y durante toda su carrera, se la pasan innovando, evolucionando y proponiendo cosas nuevas; The Darkness NO es una de esas bandas, al contrario, desde su formación tomó todos los elementos del glam metal de los ochenta y los hizo propios en pleno siglo XXI, sin embargo, a pesar de no ser nada nuevo ni propositivo ni musicalmente avanzado, son grandes en lo que hacen.

Esa grandeza quedó demostrada anoche en El Plaza Condesa, sede del concierto de la banda en su segunda visita a nuestro país, al casi llenar el lugar y no sólo eso, sino que el público era tan diverso como lo ha sido el mismo rock a través de su historia: había bikers y tipos enfundados en cuero, como si de verdad estuvieramos en los ochenta viendo a Mötley Crüe, Poison o Twisted Sister; había familias con hijos adolescentes y hasta hipsters que bien pueden verse en un concierto como el del lunes pasado de The Maccabees. The Darkness logra llegar a un público tan diverso y ayer lograron cautivarlo de principio a fin.

El concierto empezó con un poquito de retraso con “Barbarian”, el primer sencillo de su nuevo disco Last Of Our Kind, y siguió con “Growing On Me”, el primer éxito de la noche.

Desde el principio, Justin y compañía se apoderaron del escenario y lo manejaron a su antojo; pocos frontmans se saben tan bien su papel y logran esa química con el público, brincó, les habló, “vistió” la bandera mexicana que unos fans le dieron, tomó una foto a la banda con el celular de un fan, e incluso, por momentos, especialmente con las canciones al piano como “Friday Night” o “English Country Garden” me recordó al legendario Freddie Mercury. Me atrevo a decir que, de hecho, Justin podría suplir a Adam Lambert en su actual rol como voz principal de Queen.

Con “Every Inch” el público se conectó aún más, incluso se veía al Cha, de Moderatto (seguro estaba tomando apuntes para un mejor desempeño de su banda), cantando y disfrutando del show.

Justo después de ese tema, la banda estrenó una canción, misma que se llama Rack of Glam” y Justin presentó como “a brand brand brand brand new song”; sonó muy bien.

El final estaba cerca, y después de un par de canciones más, sonó “I Believe In A Thing Called Love”, con la cual El Plaza se convirtió en un karaoke inmenso. Llegó el turno de un pequeño descanso y la banda volvió con el clásico ritual del encore.

“Open Fire” fue la canción con la que la banda siguió su show, y después su conocido cover a Radiohead, “Street Spirit (Fade Out)”.

La elegida para cerrar con broche de oro fue “Love on the Rocks”, en la que incluso Justin bajó del escenario y tocó su guitarra en hombres a través del público.

Un gran concierto que me recordó que la música no tiene que ser innovadora, trascendental o revolucionaria para ser buena, pero sí de calidad, tanto en ejecución como en concepto, y, hablando de la parte en vivo, digna de pagar un boleto por ella.

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